Page 22 - Apofénicos Vol.3
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Te presento
| por Adán Correa
“Todo era común hasta que me levanté y comencé a caminar. Sentí
el peso de mi pierna y el espacio vacío entre la plantilla de mis pies
con el suelo al dar el primer paso. Acto que llamo mi atención. Elevé
lentamente el brazo derecho para observar mi piel. Movimiento que
me hizo perder el equilibrio y girar el brazo izquierdo dibujando un
semicírculo, como empujando el aire hasta quedar equilibrado. Sentí
la densidad del aire y el cómo mi brazo lo dispersaba zanjando espacio.
Regresé la mirada a la piel de mi brazo derecho y fue imposible
no observar cómo los poros se empujaban unos a otros en
un suave vaivén, de un lado a otro oscilando sin perder su
sitio, desplazando esas pequeñas placas “tectónicas” que la
conforman; pude sumergirme entre sus trazos hasta notar un
ritmo muy afín a mi respirar profundo y levemente agitado.
Miré mis manos, las giré y las líneas de mis palmas comenzaban
a extenderse al horizonte donde se desdibujaron los perfiles
de los montes, que conforme caía la noche se hacían cada
vez más oscuros y delineados. Pensaba estar acompañado,
pero en ese momento cuenta me di de que estaba solo.
Con un incompleto y desconocido que era yo”...
Para ese entonces, antes de mi encuentro. Como un animal domesticado
por mis propias costumbres. Los días no tenían mayor sabor. Estaba perdido
como un viajero en el tiempo en un terreno hostil de mi propia existencia
en el que me había detenido demás a explorar. A explorar mi derredor
minúsculo donde los fragmentos de hechos creaban una nueva muestra de
existir inherente a lo demás. Podría decir que estaba en quirófano de prensa.
Donde para todos era nada y nada eran todos para mí. Para la sociedad
estaba enfermo de la ausencia del Ser; del Ser que es lo que tiene, lo que
logra, lo que compra, lo que hace, lo que come y toma fotos para compartir.
Te presento.
| por Adán Correa
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