Page 29 - ¿Quién se ha llevado mi queso?
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Hasta era posible que en el Queso Viejo hubiera empezado a aparecer moho,
aunque él no se hubiera dado cuenta. Debía admitir, no obstante, que si hubiese
querido, probablemente habría podido imaginar lo que se le venía encima. Pero no lo
había hecho.
Ahora se daba cuenta de que, probablemente, el cambio no le habría pillado por
sorpresa si se hubiese mantenido vigilante ante lo que ocurría y se hubiese anticipado
al cambio. Quizá fuera eso lo que hicieron Fisgón y Escurridizo.
Decidió que, a partir de ahora, se mantendría mucho más alerta. Esperaría a que
se produjese el cambio y saldría a su encuentro. Confiaría en su instinto básico para
percibir cuándo se iba a producir el cambio y estaría preparado para adaptarse a él.
Se detuvo para descansar y escribió en la pared del laberinto:
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