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Docente: Nathia Erika Castro Vilcapuma


                  aquella muñequilla de vestido azul y cabello brillante, en su niñez era su sueño,

                  pero cada vez que preguntaba a mamá sobre aquel objeto  la madre daba como

                  respuesta un rotundo no, justificándose en la falta de dinero y lo innecesario que

                  era, desde ese momento hubo un resquebrajamiento en ella, donde se puso la

                  meta de ser una gran profesional y ganar mucho dinero para  poder salir adelante.

                  Los años pasaron ella estaba ya en la secundaria y no dejaba de recibir propuestas

                  de  salidas  a  parques  o  a  los  cines,  pero  con  el  recuerdo  de  la  muñeca  y  los

                  privilegios que le esperaban si terminaba satisfactoriamente sus estudios  no se

                  dejaba desviar de su gran meta ser una gran profesional y que sus padres e hijos

                  estén orgullosos algún día;  en la secundaria se perdió gran parte de su vida por

                  priorizar los estudios, no iba a fiestas o reuniones de amigos, ni salidas,  en su

                  mente solo estaba terminar la secundaria con buenas notas y obtener una beca,

                  a sus 16   logró conseguir un trabajo de medio tiempo para comprar algunos de

                  libros de la universidad eran de anatomía, ya que Ana quería ser doctora ayudar

                  a  las  personas  y  ganar  dinero  al  mismo  tiempo  y  por  supuesto  demostrar  su

                  inteligencia con una carrera “”tan difícil””  como la medicina , pero el destino y

                  sus posibilidades no hicieron su sueño posible, se graduó con buenas notas pero

                  la economía no fue suficiente para mudarse a otra ciudad y estudiar medicina

                  humana,  así  que  opto  por  estudiar  pedagogía  en  su  ciudad  natal,  pensando

                  especializarse en literatura ya que desde pequeña admiro al señor Don Rodrigo,

                  quien todos los domingos hacia sus recitales tan majestuosos que se le erizaban

                  los  pelillos  de  la  nuca  con  solo  recordarlo,  ese  pequeño  amor  por  las  figuras

                  literarias y en especial por la poesía , ya que sentía que los poemas gustaban

                  grandes misterios de los cuales a pocas personas la llave les era  rebelada, le

                  sorprendía la majestuosidad del orden de las palabras que con solo la unión de

                  unas simples letras del abecedario le podrían llevar desde la melancolía hasta la

                  felicidad absoluta.

                         Sus  estudios  transcurriendo  de  forma  tranquila  siempre  evitando

                  distracciones como el amor; ella se prometió de pequeña no enamorarse  sin
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