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10LOS NIÑOS Y NIÑAS TAMBIÉN PODEMOS SER SANTOS, COMO
                                       DOMINGO SAVIO

            OBJETIVO:
                 Que los servidores del altar tomen a este gran santo como un modelo por
            seguir para llegar a Jesús.
                                      Santo Domingo representa al que está consagrado
                                    al señor. Nació en Riva de Cheri (Italia), el 2 de abril
                                    de 1842. Era el mayor entre cinco hermanos, su padre
                                    era un mecánico pobre y su madre ayudaba al ingreso
                                    de su hogar haciendo costuras para sus vecinas.

                                    Desde muy pequeño, ayudó en la celebración de la
                                    misa como acólito. Cuando llegaba por la mañana, se
                                    quedaba cerca de la puerta de la iglesia de rodillas,
                                    adorando a Jesús Sacramentado mientras llegaba el
            sacristán a abrirla. El día antes de su confesión, fue donde su madre y le pidió
            perdón por los disgustos infantiles que le había causado y el día de la primera
            comunión hizo el firme propósito de morir antes que pecar.

            Diariamente, Domingo visitaba al Santísimo y, luego de comulgar en la misa, se
            quedaba en oración profunda. Un día se quedó sin almorzar por estar tan feliz
            orando, que no se dio cuenta de que habían pasado varias horas.

            A los 12 años de edad se encontró con Don Bosco y le pidió ser admitido en su
            colegio para niños y niñas pobres. Cuando fue aceptado le dijo: “Usted será el
            sastre y yo seré el paño, y haremos un buen traje de santidad para obsequiárselo
            a nuestro Señor.” Ello se cumplió de modo admirable. Un día le dijo a su confesor
            que al bañarse en un riachuelo escuchaba malas conversaciones, a lo que éste
            le contestó que no volviera a bañarse allí y él obedeció aunque le costó mucho
            hacerlo.  El  confesor  afirma  que  si  hubiera  seguido  bañándose  allí  no  habría
            llegado a ser santo.



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