Page 15 - El toque de Midas
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pensando en el futuro y no es capaz de actuar en el presente. Hay millones de personas que quieren
cambiar el mundo, pero ni siquiera pueden modificar las condiciones de sus propias vidas. Por
supuesto, todos conocemos a alguien que miente, engaña y roba y, de paso, insiste en creer que es una
persona íntegra. Por eso, la mayoría de la gente ni siquiera tiene acceso a su toque de Midas: porque
carece de madurez emocional y fuerza de carácter.
Si hubiera sabido entonces lo que sé ahora
Cada vez que hablo con un grupo de empresarios en potencia, comienzo diciendo lo siguiente: “Si
hubiera estado consciente de todo lo que ignoraba, creo que ni siquiera habría comenzado”. También
suelo señalar: “De haber sabido cuán difícil sería, tampoco lo habría intentado”. Pero para brindarle
a estos noveles emprendedores algo de la “luminosidad del futuro”, siempre añado: “Me alegra no
haberlo sabido porque, si hubiera estado al tanto de todo eso, seguramente no sería exitoso el día de
hoy”. Y entonces, comienzo a explicarles cómo fue que mis fracasos construyeron mi camino hacia el
éxito.
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En las siguientes páginas compartiré contigo algunas experiencias de la vida real, acerca del dolor y
el fracaso. ¿Por qué quiero contarte algo así? La respuesta es muy sencilla: si el dolor y fracaso que
yo he vivido te desaniman, entonces te habré hecho un gran favor.
Si bien todo mundo tiene la habilidad de convertirse en empresario, no todo mundo necesita
hacerlo. Existen formas más sencillas de ganarse la vida.
Tal vez la vida y el éxito sean sencillos para algunos, pero yo no conozco a nadie así. Mi padre
rico decía con frecuencia: “El éxito implica sacrificio”. Y la verdad es que yo todavía no conozco a
nadie exitoso que no haya tenido que sacrificar mucho para alcanzar el lugar que ocupa. Por ejemplo,
para seguir la carrera que tienen, los médicos pagan un precio muy alto en lo que se refiere a tiempo,
dinero, energía y relaciones personales. Sucede lo mismo con los atletas de alto rendimiento, las
estrellas de cine, los ídolos musicales y los líderes políticos y sociales. En el ámbito de los negocios
sucede exactamente lo mismo con el éxito.
El sacrificio es el precio que se tiene que pagar para alcanzar el éxito. Por desgracia, no todo
mundo está dispuesto a hacerlo porque, en general, resulta mucho más sencillo ser una persona
común y corriente, y conservar la comodidad, tranquilidad y relativa seguridad de una vida
mediocre.
Anécdotas de mi estupidez
Albert Einstein dijo: “Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Sin embargo,
todavía dudo que la primera realmente lo sea”.
Pues yo soy prueba viva de la teoría de Einstein porque mi estupidez es infinita.
A continuación mencionaré varios ejemplos de mi estupidez. El primero sucedió cuando
emprendí mi primer negocio. Se llamaba Rippers y era una modesta empresa que producía carteras
para surfistas, fabricadas con nylon y velcro. Luego creció y se convirtió en algo más grande. Debo
mencionar que, antes de Rippers, tuve varios negocios pequeños; sin embargo, ninguno de ellos me
llevó a un nivel internacional de la manera que sucedió con las carteritas de nylon. Lo más curioso es