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Huésped               Trozo Decimotercero



        Caminó Climaco durante días sin mirar atrás ni        maco en su centro. Todos esperaban que el siguiente
        plantearse hacia donde caminaba, sin detenerse a      paso fuese el de levantarse, pero no fue así, continuo
        descansar ni probar bocado de algún alimento o        sentado, sin moverse ni decir nada, tan solo sonrien-
        beber algo de agua.                                   do a los presentes y asintiendo con la cabeza, lo que
        Debió ser al decimoquinto día, cuando exhausto,       algunos interpretaron como una forma de agradecer
        perdió el conocimiento cayendo sobre un lecho de      el trato recibido.
        hojas secas que crujieron al  recibirlo, como si gri-  Cuando todos parecían acostumbrados a ver a
        taran pidiendo ayuda para el. Allí permaneció, sin    Climaco allí sentado como parte física del bosque,
        sentido, quieto, tumbado sobre la hojarasca durante   sin articular palabra ni fruncir el ceño, sonriendo a
        una noche completa y parte de la mañana siguien-      todos y asintiendo con la cabeza. Cuando algunos
        te; Fue entonces cuando sin levantarse, ni mostrar    incluso comenzaban a pensar que había perdido la
        control sobre su cuerpo, Climaco comenzó a mover-     cabeza y ese era el motivo por el cual permanecía
        se a ras del suelo del bosque, sobre las hojas secas de   estático y estético, levanto la cabeza hacia la cumbre
        las acacias que lo observaban desnudas desde arriba,   de las acacias de alrededor, no dijo nada, se quedo
        viendo como era transportado por cientos de insec-    allí mirando hacia arriba y en el mismo momento
        tos, gusanos, arañas, lombrices y escarabajos, que    en el que los asistentes parecían perder interés por el
        colocados debajo de el, lo llevaban en volandas hacia   repentino movimiento craneal de Climaco, el árbol
        quien sabe donde.                                     mas cercano a el se doblo sobre si mismo, acerco sus
        La pequeña procesión duro unas horas, sin algarabías  ramas, las paso por debajo de las axilas de Climaco
        ni alborotos, en el mas absoluto silencio que permi-  y lo levanto por encima de hojas muertas, animales
        tían un manto de hojas muertas que abrazaban el       sorprendidos, insectos confundidos y un trozo de
        cuerpo de Climaco. Así fue hasta llegar a un rincón   suelo caliente que parecía desprenderse con gusto de
        apartado del bosque, alejado de caminos y provisto    su carga.
        de sombra. Fue entonces cuando Climaco abrió los
        ojos, para ver como unos cuervos volaban hacia el,    Enseguida el árbol del izado entrego a Climaco a
        depositando en su boca, trozos de fruta y carne sin   la acacia de al lado que recogió el bulto e hizo lo
        determinar y algo de agua transportada en sus picos.   mismo en dirección a la salida del bosque. Climaco
        Climaco tragaba lo que se le ofrecía sin oponer resis-  parecía caminar por el aire, a unos seis metros del
        tencia ni mostrar interés, mientras, a unos metros de   suelo, mecido de árbol en árbol. Mientras bajo él una
        el, tres topos, animales sin mucha visión de futuro,   amalgama de curiosos de diferente tamaño e índole,
        cavaban una fosa por si la recuperación no llegaba a   acompañaba el paseo aéreo. Algunos cuervos acom-
        buen fin.                                             pañaban el viaje, incluso parecía que conocían el
                                                              destino, aunque solo se limitaban a seguir a Climaco
    Ayer soñé que hoy me despertaba  tinuaba sin moverse.     Al atardecer Climaco, el alzado, llego al borde mismo
                                                              dibujando círculos negros a su alrededor.
        Pasaban los días y Climaco levantaba los párpados,
        masticaba lo que le introducían en la boca, pero con-


        Los animales e insectos del bosque se acercaban a
                                                              del bosque que limitaba con una playa, volvió suave-
        verlo y comentaban entre ellos que no parecía can-
                                                              mente al suelo, poso sus pies en el, se volvió hacia el
        sancio lo que lo abatía, mas bien abandono. Si esto
                                                              bosque de acacias y dijo;
                                                              Ya continuo yo.
        fuese cierto, ningún alimento o mimo conseguiría
        que volviera a levantarse y reanudar su camino.
                                                              Y camino hacia la playa sin despedirse de su séquito.
        Y ¿por qué debía continuar caminando?, ¿por qué
        no dejarlo allí tumbado y hacer caso a los topos y su
        agujero?. Nadie de los presentes tenia la respuestas a   Al llegar a la orilla del mar, se giro hacia el bosque,
                                                              saludo levantando su mano izquierda y se introdujo
        esas preguntas ni se atreverían preguntar a Climaco   en el mar, nadando hacia su interior plácidamente,
        para salir de dudas.                                  mientras el bosque volvía a repartir a sus pobladores
                                                              por cada uno de sus rincones.
        En algún momento Climaco se incorporo y perma-
        neció sentado, todos los presentes se apartaron un         Yoghurtu en la mañana y un rato por la tarde
        poco dejando un espacio circular perfecto con Cli-
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