Page 20 - ramispolaco13findelcalvario
P. 20
Huésped Trozo Decimotercero
Caminó Climaco durante días sin mirar atrás ni maco en su centro. Todos esperaban que el siguiente
plantearse hacia donde caminaba, sin detenerse a paso fuese el de levantarse, pero no fue así, continuo
descansar ni probar bocado de algún alimento o sentado, sin moverse ni decir nada, tan solo sonrien-
beber algo de agua. do a los presentes y asintiendo con la cabeza, lo que
Debió ser al decimoquinto día, cuando exhausto, algunos interpretaron como una forma de agradecer
perdió el conocimiento cayendo sobre un lecho de el trato recibido.
hojas secas que crujieron al recibirlo, como si gri- Cuando todos parecían acostumbrados a ver a
taran pidiendo ayuda para el. Allí permaneció, sin Climaco allí sentado como parte física del bosque,
sentido, quieto, tumbado sobre la hojarasca durante sin articular palabra ni fruncir el ceño, sonriendo a
una noche completa y parte de la mañana siguien- todos y asintiendo con la cabeza. Cuando algunos
te; Fue entonces cuando sin levantarse, ni mostrar incluso comenzaban a pensar que había perdido la
control sobre su cuerpo, Climaco comenzó a mover- cabeza y ese era el motivo por el cual permanecía
se a ras del suelo del bosque, sobre las hojas secas de estático y estético, levanto la cabeza hacia la cumbre
las acacias que lo observaban desnudas desde arriba, de las acacias de alrededor, no dijo nada, se quedo
viendo como era transportado por cientos de insec- allí mirando hacia arriba y en el mismo momento
tos, gusanos, arañas, lombrices y escarabajos, que en el que los asistentes parecían perder interés por el
colocados debajo de el, lo llevaban en volandas hacia repentino movimiento craneal de Climaco, el árbol
quien sabe donde. mas cercano a el se doblo sobre si mismo, acerco sus
La pequeña procesión duro unas horas, sin algarabías ramas, las paso por debajo de las axilas de Climaco
ni alborotos, en el mas absoluto silencio que permi- y lo levanto por encima de hojas muertas, animales
tían un manto de hojas muertas que abrazaban el sorprendidos, insectos confundidos y un trozo de
cuerpo de Climaco. Así fue hasta llegar a un rincón suelo caliente que parecía desprenderse con gusto de
apartado del bosque, alejado de caminos y provisto su carga.
de sombra. Fue entonces cuando Climaco abrió los
ojos, para ver como unos cuervos volaban hacia el, Enseguida el árbol del izado entrego a Climaco a
depositando en su boca, trozos de fruta y carne sin la acacia de al lado que recogió el bulto e hizo lo
determinar y algo de agua transportada en sus picos. mismo en dirección a la salida del bosque. Climaco
Climaco tragaba lo que se le ofrecía sin oponer resis- parecía caminar por el aire, a unos seis metros del
tencia ni mostrar interés, mientras, a unos metros de suelo, mecido de árbol en árbol. Mientras bajo él una
el, tres topos, animales sin mucha visión de futuro, amalgama de curiosos de diferente tamaño e índole,
cavaban una fosa por si la recuperación no llegaba a acompañaba el paseo aéreo. Algunos cuervos acom-
buen fin. pañaban el viaje, incluso parecía que conocían el
destino, aunque solo se limitaban a seguir a Climaco
Ayer soñé que hoy me despertaba tinuaba sin moverse. Al atardecer Climaco, el alzado, llego al borde mismo
dibujando círculos negros a su alrededor.
Pasaban los días y Climaco levantaba los párpados,
masticaba lo que le introducían en la boca, pero con-
Los animales e insectos del bosque se acercaban a
del bosque que limitaba con una playa, volvió suave-
verlo y comentaban entre ellos que no parecía can-
mente al suelo, poso sus pies en el, se volvió hacia el
sancio lo que lo abatía, mas bien abandono. Si esto
bosque de acacias y dijo;
Ya continuo yo.
fuese cierto, ningún alimento o mimo conseguiría
que volviera a levantarse y reanudar su camino.
Y camino hacia la playa sin despedirse de su séquito.
Y ¿por qué debía continuar caminando?, ¿por qué
no dejarlo allí tumbado y hacer caso a los topos y su
agujero?. Nadie de los presentes tenia la respuestas a Al llegar a la orilla del mar, se giro hacia el bosque,
saludo levantando su mano izquierda y se introdujo
esas preguntas ni se atreverían preguntar a Climaco en el mar, nadando hacia su interior plácidamente,
para salir de dudas. mientras el bosque volvía a repartir a sus pobladores
por cada uno de sus rincones.
En algún momento Climaco se incorporo y perma-
neció sentado, todos los presentes se apartaron un Yoghurtu en la mañana y un rato por la tarde
poco dejando un espacio circular perfecto con Cli-
644 Continuará ...