Page 190 - Donde termina el arco iris
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CECELIA AHERN Donde termina el Arco Iris
Estoy tan orgullosa de este momento que ojalá tuviera una cámara.
KATIE: Por favor, mamá, lo digo en serio.
ROSIE: Yo también. ¿Qué ha hecho Toby esta vez?
KATIE: Ha invitado a Monica Doyle a su casa para ver el partido de fútbol y a mí no
me ha dicho nada. Bueno, sí que lo ha hecho, pero sólo cuando ha sabido que
no podía ir.
ROSIE: Ay, cariño, veo que ya ha cogido el virus. ¿Estamos hablando de la quejica de
Monica? ¿La niña que cuando cumpliste diez años se pasó toda la fi esta
llorando hasta que vinieron a recogerla sus padres porque se le había caído
una uña postiza?
KATIE: Sí.
ROSIE: Vaya por Dios. Detesto a esa cría.
KATIE: Ya no es una cría, mamá. Ha cumplido catorce años, tiene los pechos más
grandes del colegio, lleva el pelo teñido de rubio, se deja los botones del polo
desabrochados y se agacha para que los chicos le vean el escote. Hasta fl irtea
con el señor Simpson: finge no entender lo que cuenta en clase de informática
porque así se le pone detrás y se inclina encima de ella para mostrarle lo que
tiene que hacer.
Sólo sabe hablar de ir de compras, así que no entiendo por qué fi nge que le
interesa el fútbol. Bueno, en realidad sí sé por qué.
ROSIE: Me parece que ahí tenemos un caso de Bethanitis aguda.
KATIE: ¿Qué? ¿Qué hago con Monica?
ROSIE: Bueno, es muy sencillo. Asesínala.
Katie. Por favor, mamá, ponte seria por una vez en la vida.
ROSIE: Soy una mujer increíblemente seria. El único modo de manejar esto es
silenciarla. Porque si no, terminará volviendo a rondarte cuanto tengas treinta
y dos años. La muerte es la única solución definitiva.
KATIE: Gracias, pero sigo abierta a otras sugerencias que puedas hacerme.
ROSIE: ¿Dices que te ha invitado?
KATIE: Sí, pero sólo porque sabía que no podía ir.
ROSIE: Mi querida, dulce e inocente hija, una invitación es una invitación. Sería una
grosería no aceptarla. Sugiero que esta tarde llames a su puerta a la hora
convenida. Te daré dinero para el autobús hasta su casa.
KATIE: ¡Pero mamá, no puedo ir! Sabes que tengo hora con el dentista.
ROSIE: Bueno, el dentista puede esperar. Este partido de fútbol es muy importante,
¿sabes? No quisiera que te lo perdieras por una nimiedad como que te
arreglen los dientes. Y ahora desconecta, no vaya a ser que el señor Simpson te
pille, se chive a la señorita Narizotas Malaliento Casey y me despida.
KATIE: Qué más quisieras, mamá. No sé cómo puedes trabajar con ella cada día.
ROSIE: En realidad, aunque me sorprende reconocerlo, no está tan mal. En cuanto han
desaparecido los jefes se ha mostrado de lo más agradable. Se llama Julie.
¿Puedes creerlo? Tiene nombre de pila. Y además es un nombre bonito y
normal. Me hubiese imaginado algo más en la línea de Vladimir o Adolfo.
KATIE: Ja, ja, yo también. Pero ¿no resulta muy raro estar trabajando con alguien que
te gritaba a diario?
ROSIE: Tenemos una relación un poco curiosa, es verdad. Cada día hablamos un
poquito más, de forma más amistosa, menos sobre el trabajo y más sobre la
vida. Hemos pasado tantos años discutiendo que resulta chocante que
estemos de acuerdo. Pero cada día hablamos más. ¡¿Sabes que pensaba que
Alex era tu papá?!
KATIE: ¡¿De verdad?!
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