Page 206 - El Misterio de Salem's Lot
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—Ben, es que no puedo...
               —Ya está; lo has dicho otra vez. No estoy defendiendo su causa, Susan. Lo único
           que hago es explicarte mi propio proceso mental. ¿De acuerdo?

               —Está bien. Sigue.
               —Lo segundo que se me ocurrió fue que alguien le estaba usando. Alguien que le
           guarda rencor, o le odia.

               —Sí, eso también lo pensé yo.
               —Matt dice que no tiene enemigos, y le creo.
               —Todo el mundo tiene enemigos.

               —Pero es una cuestión de grado. No te olvides de lo más importante... que en
           todo ese asunto hay un muerto. Si alguien se proponía liquidar a Matt, entonces tuvo
           que asesinar a Mike Ryerson intencionadamente.

               —¿Porqué?
               —Porque ni el guión ni la música tienen sentido si no hay cadáver. Sin embargo,

           según cuenta Matt, su encuentro con Mike fue casual. Nadie te llevó el jueves pasado
           a la taberna de Dell. No hubo una llamada anónima, ni una nota ni nada. El encuentro
           es tan casual que basta para excluir cualquier arreglo.
               —Y eso, ¿qué posible explicación racional nos deja?

               —Que Matt soñó que oía el ruido de la ventana al abrirse, la risa y el ruido de
           succión. Que Mike murió debido a alguna causa natural, aunque desconocida.

               —Pero tú no crees eso.
               —No  creo  que  soñara  cómo  se  abría  la  ventana,  porque  estaba  abierta.  Y  la
           persiana  exterior  estaba  caída  en  el  césped.  Yo  lo  advertí,  y  también  Parkins
           Gillespie. Y advertí algo más. En la casa de Matt, esas persianas exteriores son de las

           que se cierran con cerrojo por fuera, no desde dentro. Desde el interior no se puede
           abrir  a  menos  que  se  use  un  destornillador,  y  aun  así  costaría  trabajo,  y  dejaría

           marcas. Yo no vi ninguna marca. Y hay otra cosa: debajo de esa ventana, el suelo era
           relativamente blando. Si alguien quería retirar una persiana del piso alto, tendría que
           haber usado una escalera, y eso también deja huellas. Tampoco había huellas. Eso es
           lo que más me preocupa. Que hayan quitado una persiana del segundo piso, desde

           fuera, sin que abajo queden rastros de una escalera.
               Los dos se miraron sombríamente.

               —Esta mañana he estado pensando en todo eso —continuó Ben—. Y cuanto más
           lo pensaba, más coherente me parecía el relato de Matt. De modo que decidí correr el
           riesgo y me olvidé del no es posible. Ahora, cuéntame lo que sucedió anoche en casa

           de Matt. Si sirve para desechar todo esto, nadie se alegrará más que yo.
               —Ojalá —suspiró tristemente Susan—. Al contrario, lo empeora. Matt acababa
           de contarme la historia de Mike Ryerson cuando dijo que había alguien arriba. Tenía

           miedo, pero subió. —Susan cruzó las manos sobre la falda, aferrándoselas con fuerza,




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