Page 215 - El Misterio de Salem's Lot
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—Así, Corey, así, sigue subiendo, sigue...
—Una escena muy interesante.
Bonnie Sawyer dio un grito de espanto.
Corey Briant levantó los ojos, parpadeando confundido.
Reggie Sawyer estaba apoyado contra la puerta del dormitorio. Apoyado en el
antebrazo en forma descuidada y con los cañones hacia el piso, tenía una escopeta,
—Así que es verdad —se admiró Reggie, y dio un paso hacia el interior de la
habitación, sonriendo—. ¿Qué os parece? Le debo una caja de cerveza a ese
borrachín de Mickey Sylvester, maldita sea.
Bonnie fue la primera en recuperar la voz.
—Reggie, escúchame. No es lo que crees. Se metió en la casa, parecía
enloquecido, estaba.»
—Cállate, puta. —Reggie seguía sonriendo.
Era un hombre enorme. Llevaba el mismo traje de color acerado que vestía dos
horas antes, cuando Bonnie le había dado el beso de despedida.
—Escuche —dijo débilmente Corey, que sentía la boca llena de saliva—, por
favor. Por favor, no me mate, aunque me lo merezca. Usted no querrá ir a la cárcel.
No vale la pena por esto. Pégueme, sé que eso es inevitable, pero por favor no...
—No sigas de rodillas, Perry Masón —dijo Reggie Sawyer sin que la sonrisa se
borrara de sus labios—. Tienes abierta la cremallera de la bragueta.
—Escuche, señor Sawyer...
—Oh, llámame Reggie —continuó él, siempre sonriente—. Si somos poco menos
que compinches. Hasta he estado aprovechando tus roñosas sobras, ¿no es así?
—Reggie, no es lo que tú piensas, me violó...
Su esposo la miró con su sonrisa dulce y bondadosa.
—Si dices una palabra más, te meteré esto por el cono y no volverás a abrir la
boca nunca más.
Bonnie empezó a lloriquear. La cara se le había puesto mortalmente pálida.
—Señor Sawyer... Reggie...
—Tu apellido es Bryant, ¿verdad? ¿Tu padre es Pete Bryant?
La cabeza de Corey asintió desesperadamente.
—Sí, eso es. Escuche...
—Cuando yo trabajaba para Jim Webber solía venderle gasolina —evocó Reggie
con una sonrisa—. Fue unos cuatro o cinco años antes de que conociera a esta perra.
¿Sabe tu padre que estás aquí?
—No, señor, y se le partiría el corazón. Pégueme» me lo merezco, pero si me
mata mi padre lo sabrá todo y le matará, y será usted responsable de dos...
—No, apuesto a que él no lo sabe. Ven un momento a la sala, que tenemos que
hablar de este asunto. Ven. —Le sonrió para hacerle ver que no tenía mala intención,
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