Page 41 - La iglesia
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sillas de ordenador. Sobre una de las mesas reposaba su portátil, un Toshiba
de quince pulgadas que había conocido tiempos mejores.
—Si no nos mandan otro compañero, podemos dejar este cuarto para
estudiar o navegar por internet —comentó Félix—. Más cómodo que en el
salón, ¿verdad?
—Perfecto —aplaudió el padre Ernesto—. ¿Cuál es mi dormitorio?
—Ese de ahí —señaló Félix—. Te he dejado el más luminoso. La puerta
de enfrente es la de mi cuarto, esa de más allá la del cuarto de baño y la
última un aseo pequeño. Que su tamaño no te engañe, tiene ducha y todo.
¿Vas a instalarte ahora mismo o lo harás más tarde?
—¿Tienes algo mejor que ofrecerme?
—Había pensado dar una vuelta por la ciudad y ponerte al día de los
planes de la Asamblea respecto a la iglesia. ¿Te parece bien?
—Me parece estupendo. Vamos.
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