Page 19 - Las ciudades de los muertos
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—Si las piezas son falsas, su venta será también ilegal, ¿no?
Una típica pregunta de turista. Volví a sonreír. Por lo visto, aquella era la noche
de las sonrisas pacientes.
—Desde un punto de vista técnico, por supuesto, es un fraude. Pero si lo observa
desde la posición del gobierno, comprenderá su postura. Si todos los turistas se
entretienen en llevarse falsificaciones, de este modo las obras originales
permanecerán en Egipto, en el lugar al que pertenecen.
El barón me observaba, incrédulo.
—¿Significa eso que los estafadores nunca reciben su castigo?
—Únicamente si la policía local cursa una queja formal, cosa que no ocurre muy
a menudo. Por regla general, los compradores se sienten incómodos o no se dan
cuenta de la estafa. Y, aun así, las penas son leves. —Nunca dejaré de maravillarme
de la simpleza de los turistas. Los he visto comprar objetos con las marcas de cincel
todavía frescas, completamente convencidos de que se llevaban piezas pertenecientes
a la tumba de un Ramsés.
—¡Esto es una cuna de ladrones! —Birgit parecía bastante más animada ahora.
Adolescente, al fin y al cabo.
—No —repliqué con calma—. Es simplemente Egipto.
—¡Pero este tipo de comportamiento no es cristiano!
Me volví hacia su tío.
—Precisamente si los objetos son falsificaciones, el vendedor, o uno de sus
parientes, se acercará a mí mañana y me ofrecerá dinero para que le mienta a usted.
—¿Y piensa aceptarlo? —preguntó en un tono exageradamente indiferente. Pero
yo adopté la misma actitud y observé a la chica.
—Esto es Egipto, pero en lo que a guías se refiere, soy de bastante confianza.
Pregunte usted mismo en Luxor.
—¿Piensa volver mañana por la noche? —a pesar de aquella estudiada
indiferencia, percibí en sus ojos, incluso a la luz de la luna, una cierta preocupación
por la cantidad de marcos alemanes que podía perder o, lo que es peor, malgastar
tontamente.
—Puede contar conmigo. Buenas noches, herr barón —rocé con la mano el ala de
mi sombrero—. Buenas noches, Birgit.
Regresé al hostal paseando, con la esperanza de que la noche siguiente pudiese
ser más beneficiosa para mí.
Me pareció una buena idea dar una vuelta por la ciudad esta mañana y, como
tenía que comprar algunas cosas para mi habitación, era pues doblemente
conveniente salir.
Parece que Maspero todavía no ha encontrado a mi sustituto o, por algún motivo,
la residencia del inspector permanece aún desocupada. Sin embargo, el edificio ha
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