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Lone Druid
Mucho antes de las primeras palabras de las primeras historias ya se
alzaba el druídico Clan del Oso. Sabios y justos eran, y se
concentraron en el modo de llegar a comprender el orden natural. Las
astutas fuerzas de la naturaleza vieron esto, y así buscaron de entre
ellos al más docto. El viejo y sabio Sylla, juez supremo y profeta del
clan, dio un paso al frente por los suyos y a él fue entregada la
Semilla con estas palabras: "Cuando el mundo entero se haya apagado,
cuando la civilización haya dejado estas tierras, cuando el mundo esté
muerto y arruinado por los interminables desiertos al final de los
tiempos, planta la Semilla". Al tomar en su mano lo que se le confiaba,
Sylla sintió que los años retrocedían y regresaba su vitalidad. Vastos
conocimientos irrumpieron en su mente. Se vio capaz de proyectar su
voluntad sobre la realidad y, con cierta concentración, de alterar
incluso su propio aspecto físico. Pero sutiles murmullos y crueles
oídos llevaron la noticia de la Semilla y su poder a otros pueblos, y
una terrible guerra cayó sobre el Clan del Oso. Mientras su casa
ancestral ardía, Sylla cogió su carga y huyó a las tierras salvajes.
Los años pasaron y el tiempo y los mitos se olvidaron del Clan del
Oso, de Sylla y la Semilla, se olvidaron de las maravillosas
civilizaciones que ascendieron y cayeron tras el paso del Clan del Oso.
Durante milenios, Sylla esperó... esperó por noticias de sus dioses,
esperó que llegara la paz a los reinos en constante guerra, esperó en
el exilio y en secreto el final de todas las cosas y la conclusión de su
sagrada encomienda, siempre preparándose a sí mismo para enfrentarse
y destruir cualquier cosa que osara poner en peligro su propósito.