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• Pausas que sí restauran:
Las pausas no son tiempo perdido: son inversión en tu bienestar y rendimiento.
Haz una micro-pausa cada 90 minutos. Puede ser:
Estirarte suavemente.
Tomar agua.
Caminar un minuto por tu casa.
Respirar con los ojos cerrados.
Estos pequeños espacios reducen la saturación mental y previenen el burnout.

• Atención plena en una tarea:
El multitasking engaña: pareciera eficiente, pero agota.
Elige una actividad —un correo, una llamada, un análisis— y dedícale toda tu atención.
Observa tus pensamientos cuando intenten ir a otra cosa y tráelos de vuelta con suavidad.
Hacer menos a la vez, pero mejor, reduce el estrés y mejora la calidad del trabajo.

• Cierre consciente del día:
Antes de apagar la computadora, respira hondo y revisa:
- ¿Qué logré hoy?
- ¿Qué puedo soltar?
- ¿Qué queda para mañana sin presiones?
Este simple ritual ayuda a marcar límites y a liberar la mente para descansar.

Practicar mindfulness no significa meditar por horas, sino regalarte momentos para
volver al presente.
Cuando tu mente está en calma, tu trabajo fluye mejor; y cuando tú estás bien, el equipo
también lo resiente de forma positiva.