Page 25 - Historias de los jueves
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EL CAMINO
Nieves Echeverría
No estaba siendo una cómoda marcha. El tiempo había cambiado bruscamente, llovía y el viento azotaba con fuerza empujando a los peregrinos obligándoles a forzar su paso, ya cansino, al final de la etapa. Una vez llegados al albergue y sellada la carta, solo les quedaba la última etapa para llegar a Santiago, la meta por la que cada peregrino se esforzaba cada día. Se habían agrupado para formar un muro contra el fuerte viento charlando animadamente entre ellos. No todos hablaban el mismo idioma.
Entre ellos, Javier no dejaba de pensar en Ane. La había dejado mohína y no sabía el motivo. Hablaría con ella a su regreso. Hacía una semana que había salido de casa y en este tercer año, por fin, cumpliría el deseo que desde estudiante se prometiera: hacer EL CAMINO.
El viento y la lluvia habían amainado y la marcha, ya más relajada, hizo que las conversaciones fluyeran de nuevo. Tras ascender la pendiente divisaron la torre del templo, todos se miraron jubilosos y de nuevo el paso volvió a tomar su ritmo; estaban deseando llegar al albergue. A lo largo de todo el Camino, los albergues ofrecían un descanso reparador al peregrino tras la dura marcha.
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