Page 26 - Historias de los jueves
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Con gran entusiasmo entraron en el albergue, tras sellar la carta y dejar las mochilas se turnaron para tomar una reconfortante ducha y pasar después al comedor. El aroma que impregnaba el lugar casi les había reconfortado.
A ambos lados de la gran mesa del comedor había sendos bancos corridos. Los comensales se servían de una gran sopera un apetitoso potaje en una escudilla. Javier se sentó junto a uno de ellos, al que reconoció del año anterior; se saludaron y abrazaron efusivamente ya que habían congeniado desde el primer momento. A ambos les unía la misma profesión: la pedagogía. Francisco, más joven que Javier, era profesor de Enseñanza Primaria; Javier daba clases en un Instituto. Durante la cena no dejaron de hablar de sus alumnos, les apasionaba su profesión.
—¿Cómo has pasado el curso, Francisco? ¿Conseguiste serenar a aquel alumno tan revoltoso?
—No sin esfuerzo y con gran ayuda de sus compañeros; no dejan de asombrarme estos pequeños. Gracias Javier por acordarte de mi preocupación del pasado año. Por cierto, ¡enhorabuena! Me enteré por el boletín del premio que obtuvisteis con el último trabajo.
—Sí, fue una experiencia emocionante. Ya empiezan a comprender que todo esfuerzo tiene su recompensa. Algunos cursos fueron complicados, no es sencillo formar a los jóvenes, pero eso bien lo sabes tú. Gracias Francisco. Pronto me jubilaré y sé que les añoraré. No he planeado aún que haré con tanto tiempo libre, quizás alguna ONG. ¡Si es más de media noche! —exclama Javier mirando el gran reloj de la pared—. Ha sido una velada inolvidable, me ha reconfortado este encuentro. Será mejor que nos
[Nieves Echeverría — 26]





























































































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