Page 42 - Historias de los jueves
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dicho que estuviera tranquila, y que participase cuando quisiera, y eso me dio seguridad.
Se llama Josu, es una persona muy agradable y joven; «puede ser mi hijo», pensé. Se ve que sabe mucho, se explica y se le entiende muy bien.
En este segundo día de clase estaba más tranquila, y empecé a fijarme en la sala en la que estábamos. Me habían pedido en casa que les contase donde nos reuníamos y no supe describírsela es increíble lo que hacen los nervios.
Mientras llegaban las compañeras lo miré todo con curiosidad. La clase tiene unos ventanales que resultan muy luminosos, con buena calefacción, sillas cómodas; nos sentamos alrededor de cuatro mesas unidas entre sí, de forma que nos veíamos todos las caras.
Cuando llegó el profesor, empezaron a leer los trabajos que traían de casa; me parecieron estupendos, qué cosas más bonitas leían. ¿Llegaré yo a escribir algo parecido? Me sentía incapaz, así que mi malestar crecía. Mi idea del ridículo aumentaba por momentos. Recuerdo que cuando dijo el profesor: «Escribid palabras que sólo tengan la vocal “o”», me puse a pensar y sólo me vinieron a la cabeza solo y tonto. ¡Cómo estaría de nerviosa...!
Empezamos a leer las palabras que habíamos escrito; me quedé hundida... Algunas compañeras tenían hasta treinta. «Tranquila —me decían—te has bloqueado, a todas nos ha pasado lo mismo al principio». Reconocí que era gente estupenda y me animaban. En mi fuero interno decía, «tienes que superarlo, si las demás lo hacen, aunque te cueste, tú también lo harás».
[Juli Gorosabel — 42]




























































































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