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Los armónicos





       Pero  con  una  nota  no  hacemos  nada,  necesitamos  más  sonidos.  ¿Qué  otra  frecuencia
       escogeremos? ¿441 Hz? ¿1000 Hz? ¿33,67 Hz? No podemos hacerlo arbitrariamente, sino
       que  lo  lógico  sería  escoger  un  sonido  que  fuera  lo  más  consonante  posible  con  La.  Un

       sonido consonante es aquel que  suena "bien" con otro, que provoca un efecto agradable,
       como si ambos sonidos tuvieran algo en común. En cambio, un sonido disonante es aquel
       que suena "mal", que produce un efecto violento y desagradable al sonar con otro. En la
       música se usan ambos efectos, según la impresión que se quiera crear en el oyente. Los
       sonidos  disonantes  vienen  bien  para  momentos  de  tensión  o emoción,  mientras  que  los
       consonantes se usan para provocar un efecto de tranquilidad y armonía. Pero de momento
       nos interesan más los consonantes, porque queremos crear una estructura básica en la que
       todo "encaje"; para crear disonancias siempre estamos a tiempo.



       Lógicamente, la consonancia tiene que ver con la relación
       de las frecuencias. Si la forma de la onda de ambos sonidos
       tiene  alguna  relación,  serán  consonantes;  si  no,  se  crea
       una  disonancia.  Parece  lógico,  por  tanto,  probar  de

       entrada con la frecuencia justamente doble, 880 Hz. Si
       escuchamos  ambos  sonidos  veremos  que  tienen  una
       bonita similitud; uno más agudo que otro, por supuesto,
       pero  nos  provocan  una  sensación  muy  parecida.  Lo
       mismo ocurre si probamos con la mitad de la frecuencia,
       220 Hz. La nueva nota es más grave, pero se parece mucho
       a La. Hay razones físicas que provocan este efecto, entre

       ellas  el  hecho  de  que  un  cuerpo  (en  este  caso  el
       instrumento  musical)  sometido  a  una  vibración,
       normalmente  no  vibra  en  una  sola  frecuencia  perfecta,
       sino que aparte de la frecuencia principal, vibra también
       en todo un conjunto de frecuencias que son las que le dan
       el timbre característico.  A  la  izquierda  podéis  ver  un

       gráfico en el que diferentes ondas puras se suman para
       crear la vibración real que se produce en el instrumento.
       La mayor parte de estas frecuencias son armónicos de la
       frecuencia  principal,  es  decir,  ondas  que  guardan  una
       proporción  exacta  con  la  frecuencia  básica  (el  doble,  el
       triple, etc.). Por eso vamos a buscar entre esos armónicos
       las frecuencias adecuadas para crear una escala. El primer
       armónico  que  encontramos  es  el  que  tiene  el  doble  de

       frecuencia, aunque en realidad se suele hablar de primer
       armónico para referirse a la nota principal (en este caso la
       de 440 Hz) y al siguiente (800 Hz) ya se le llama segundo
       armónico, al de frecuencia triple tercero, etc.
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