Page 1314 - Spanish Bible (Reina Valera 1960)
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7. 14–8. 8                  Mateo                         1310
           14 chos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta,
              y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la
           15 hallan. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros
           16 con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por
              sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos,
           17 o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos,
           18 pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol
           19 dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo
              árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
        20, 21 Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice:
              Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace
           22 la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me
              dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nom-
              bre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre
           23 hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca
           24 os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Cualquiera,
              pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a
           25 un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Des-
              cendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon
              contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre
           26 la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las
              hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa
           27 sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron
              vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue
           28 grande su ruina. Y cuando terminó Jesús estas palabras, la
           29 gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como
              quien tiene autoridad, y no como los escribas.
           8     Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gen-
            2 te. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo:
            3 Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano
              y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra
            4 desapareció. Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a na-
              die; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que
            5 ordenó Moisés, para testimonio a ellos. Entrando Jesús en
            6 Capernaúm, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo:
              Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente
          7, 8 atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió
              el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi
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