Page 766 - Spanish Bible (Reina Valera 1960)
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              Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que
              oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada
              uno de su lugar; porque habían convenido en venir juntos pa-
           12 ra condolerse de él y para consolarle. Los cuales, alzando los
              ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada
              uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre
           13 sus cabezas hacia el cielo. Así se sentaron con él en tierra por
              siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque
              veían que su dolor era muy grande.
         3, 2    Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día. Y
            3 exclamó Job, y dijo: Perezca el día en que yo nací, Y la noche
            4 en que se dijo: Varón es concebido. Sea aquel día sombrío, Y
              no cuide de él Dios desde arriba, Ni claridad sobre él resplan-
            5 dezca. Aféenlo tinieblas y sombra de muerte; Repose sobre
            6 él nublado Que lo haga horrible como día caliginoso. Ocu-
              pe aquella noche la oscuridad; No sea contada entre los días
            7 del año, Ni venga en el número de los meses. ¡Oh, que fuera
              aquella noche solitaria, Que no viniera canción alguna en ella!
            8 Maldíganla los que maldicen el día, Los que se aprestan para
            9 despertar a Leviatán. Oscurézcanse las estrellas de su alba;
              Espere la luz, y no venga, Ni vea los párpados de la mañana;
           10 Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba,
           11 Ni escondió de mis ojos la miseria. ¿Por qué no morí yo en la
           12 matriz, O expiré al salir del vientre? ¿Por qué me recibieron
           13 las rodillas? ¿Y a qué los pechos para que mamase? Pues aho-
              ra estaría yo muerto, y reposaría; Dormiría, y entonces tendría
           14 descanso, Con los reyes y con los consejeros de la tierra, Que
           15 reedifican para sí ruinas; O con los príncipes que poseían el
           16 oro, Que llenaban de plata sus casas. ¿Por qué no fui escon-
              dido como abortivo, Como los pequeñitos que nunca vieron la
           17 luz? Allí los impíos dejan de perturbar, Y allí descansan los
           18 de agotadas fuerzas. Allí también reposan los cautivos; No
           19 oyen la voz del capataz. Allí están el chico y el grande, Y el
           20 siervo libre de su señor. ¿Por qué se da luz al trabajado, Y
           21 vida a los de ánimo amargado, Que esperan la muerte, y ella
           22 no llega, Aunque la buscan más que tesoros; Que se alegran
           23 sobremanera, Y se gozan cuando hallan el sepulcro? ¿Por qué
              se da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir, Y a quien
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