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24 de diciembre de 2019


                                                                                            Comienzo con las notas de mi último viaje a Buenos Aires, en noviem-
                                                                                            bre pasado, aunque en realidad mi búsqueda empezó hace varias décadas
                                                                                            cuando aún no sabía que estaba recopilando datos, grabando en mi mente
                                                                                            conversaciones e historias de mis padres, cada uno relatando sus infan-
                                                                                            cias tan distantes como distintas.
                                                                                            Néstor, mi papá, nació en 1922 en Azul, hijo de un inmigrante español del
                                                                                            que poco y nada sabía. Sólo recordaba la fecha en que nació en La Coruña
                                                                                            y que, tras luchar contra “los moros”, emigró a la Argentina a trabajar.
                                                                                            Casi 100 años después de ese viaje iniciático pude identificar su pueblo
                                                                                            natal, el nombre de sus padres y sus hermanos y pude verificar  que la re-
                                                                                            petida historia de la medalla que perteneció al abuelo era real: se la habían
                                                                                            otorgado por su participación en la guerra de Melilla en 1909. 
                                                                                            De pronto tuve acceso a datos que me llenaron de alegría y me dieron
                                                                                            ganas de seguir avanzando, pero ya tendré tiempo de ampliar lo referido
                                                                                            a esta rama del árbol, porque por otro lado está mi línea materna, tan
                                                                                            frondosa en nombres como en documentación.
                                                                                            Luisa Acevedo nació en 1923 en San Isidro. Su papá era carpintero y, ten-
                                                                                            go entendido, trabajaba fabricando ataúdes, luego fue empleado de Obras
                                                                                            Sanitarias de la Nación; vivieron un tiempo en las casitas del predio de la
                                                                                            empresa ubicada sobre la avenida Centenario y, tiempo después, cons-
                                                                                            truyó su casa propia con las tablas de madera que recubrían los vehículos
                                                                                            que llegaban por barco: una hermosa vivienda con galería que llegué a
                                                                                            conocer en Ibáñez 1375, Béccar.
                                                                                            Mamá tuvo un hermano, Tuly. A lo largo de su vida mantuvo un fluido
                                                                                            contacto con sus tíos y primos por lo que junto a la valija de fotos, anti-
                                                                                            guos documentos que atesoró, sumado a sus cautivantes relatos me per-
                                                                                            mitieron reconstruir mi historia familiar y armar el árbol genealógico, in-
                                                                                            clusive la rama de mi papá. Luisa fue y sigue siendo una fuente inagotable
                                                                                            de información, y yo se lo agradezco desde lo más profundo de mi alma.
                                                                                            Yo nací en la mañana del 31 de mayo de 1961 en la casa familiar de Alsina
                                                                                            719, casi Maestro Santana, en San Isidro. Crecí y vivo en Necochea y, si
                                                                                            conozco íntimamente mi lugar natal, es porque allí me transportaban las




                                          2                                                                                   3
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