Page 318 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza



            Pero quizás pocos conocen los afectos serranos de Ernesto Guerra por
            los “monarcas”, como así nos dice a los ”monos”. Lo que pocos saben
            también, es que él mismo es un curioso injerto de serrano y mono.
            Siempre pensé que allí estaba la clave de sus afectos por los costeños.

            Fuimos rivales como jugadores, no solamente por su imborrable
            paso por el club de sus amores, el Deportivo Quito, también jugó en
            Barcelona y hasta se extendió la rivalidad a la vez que crecía curiosamente
            el afecto. Vale recordarlo siendo yo jugador de Emelec.


            A continuación, muy pronto en la década del sesenta, se inicia nuestra
            rivalidad como conductores técnicos de fútbol. Dos temporadas en
            Barcelona, hicieron brotar las primeras señales de una fraterna amistad.
            Algún día dirigiendo yo al Club Sport Emelec, se produjo un barullo
            absurdo con la policía y el público en Quito y Ernesto acudió a mi lado a
            mostrarme respaldo. Sería muy extenso narrar muchas escenas y hechos
            claves donde salía a flote la calidad de amigo de Ernesto Guerra.

            El vértice de nuestra siempre franca amistad, se dio cuando el máximo líder
            del fútbol de ese entonces, Ottón Chávez, tuvo la curiosa idea de que Er-
            nesto y yo deberíamos dirigir la selección del Ecuador en el Mundialito de
            Brasil. Ese fue el examen donde tuvimos que rendir pruebas de inteligencia,
            respeto, solidaridad, autocontrol, desinterés de figuraciones de uno sobre
            otro y sobre todo de inteligente lealtad, amor al país y ¡nos fue bien!.


            El afecto siguió creciendo. Por eso pude sentir sincera alegría cuando
            la Confederación Sudamericana de Fútbol hace poco tiempo, lo
            premió por su destacada trayectoria en el fútbol. Como técnico, tuvo
            lo primordial: carácter, personalidad, avezamiento, que sumado a su
            trayectoria de jugador fino y de buen gusto por el fútbol, estructuraron
            una personalidad exitosa y reconocida.


            Ernesto Guerra Galarza es ejemplo en todo y agradezco que se me
            permita y se me invite a dejar grabado un reconocimiento a un verdadero
            personaje del fútbol, porque con otros, como Ramón Umamuno,
            Alfonso Suárez Rizzo, Daniel Pinto y muchos más, el periodismo
            ha sido injusto y desmemoriado, complace que con Ernesto Guerra

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