Page 323 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 14



               Ernesto colgó muy pronto los botines. Todavía había hilo en el carrete
               para continuar gritando goles. Su pasión por el fútbol, hizo que abrazara
               casi de inmediato la profesión de Director Técnico. Hay quienes son
               afectos a las comparaciones, y a cuestionar, si el ‘Trompudo’ fue mejor
               cómo jugador o cómo entrenador. Yo, simplemente respondería, en los
               dos frentes fue un ganador de raza.


               Una vez más debo lamentar no haberlo visto vestido de corto en las
               canchas. Como entrenador lo conocí de cerca. Desde mis inicios tuve la
               suerte de ser testigo de una trayectoria brillante, adornada con grandes
               campañas y títulos inolvidables, como aquel de 1968, cuando dirigió a
               un inolvidable Deportivo Quito que ganó el torneo de punta a punta.

               Es uno de los pocos entrenadores que se ha dado el lujo de dirigir a la
               mayoría de equipos del país. Su amor y pasión por el futbol lo llevó
               a dirigir en cualquier categoría y a encarar los retos más complicados.
               Nunca fue de escoger equipos, peleó con armas nobles, demostrando
               capacidad y  un incansable afán de  superación, en  una época en  la
               cual nuestro fútbol era dominado por  la  presencia de  entrenadores
               extranjeros. Guerra se abrió paso y construyó un nombre con lo único
               que en esta difícil e incomprendida profesión es valorado: el resultado.

               Ganador de raza, fue haciendo camino al andar. Motivador especta-
               cular, capaz de cambiar la mentalidad de sus dirigidos en menos de 24
               horas para sacarlos de una derrota y transformarlos en ganadores. Un
               verdadero sicólogo en éste tema, siempre llegó con el mensaje claro y di-
               recto para lograr convencer y sacar el mayor provecho de sus jugadores.


               Nunca descuidó el más mínimo detalle, responsable, directo y
               absoluto de todos los aspectos dentro y fuera de las canchas. Sagaz y
               astuto, desarrolló como nadie un olfato especial para adelantarse a los
               hechos. Para derrotar a los equipos de Guerra, había que superarlos con
               argumentos y sobra de merecimientos, pero de vivo, al ‘Trompudo’, no
               le ganaba nadie.

               Un ‘Zorro viejo’, conocedor al derecho y al revés del abecedario del
               fútbol. Querido por quienes lo rodearon y respetado por sus rivales.

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