Page 308 - ANTOLOGÍA POÉTICA
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El río donde nadamos no es tan solo


                  el agua donde juegan los chavales

                  de una tarde agostada de recuerdos y estrellas.


                  El río donde nadamos, como peces caducos,

                  es el tramo confuso de unos labios


                  que se acercan a besarnos

                  y marcan nuestra piel de adolescentes,


                  o la orilla fría y desnuda que contempla

                  el curso de los años sucesivos.




                  Arrastran las corrientes,


                  como aves cansadas de fingir el invierno,

                  los nombres de lugares memorables que ya


                  nadie recuerda, un hálito fugaz

                  de aquello que hemos sido y desvanece.




                  Cuando el tiempo persigue nuestros pasos sin dueño


                  es el don de la distancia quien nos guarda y redime

                  de buscar el apremio de las aguas someras

                  o nadar hacia el fondo de una tarde de niebla


                  por los cauces salados donde crecen las sombras.
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