Page 642 - ANTOLOGÍA POÉTICA
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BIOGRAFÍA




                  Gabriela Mistral es el seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga, quien nació el 7 de abril
                  de  1889  en  Vicuña,  Chile  y  murió  el  10  de  enero  de  1957  en  Nueva  York,  Estados
                  Unidos a causa de un cáncer de páncreas


                  El 1903 comenzó a trabajar como maestra. Publicaba en aquellos años en el periódico
                  "El Coquimbo". Sin, embargo, continuó dedicándose a la enseñanza y colaborando para
                  otros medios de comunicación como "La voz del Elqui". Se desempeño como profesora
                  en distintas localidades como Temuco, ciudad donde conoció a Neruda.


                  Su primer gran éxito literario fue 1914, por sus "Sonetos de la Muerte". En 1926 asumió
                  como secretaria de una de las secciones de la Liga de las Naciones y ocupó la secretaría
                  del Instituto de Cooperación Internacional, de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra.
                  En 1932, Gabriela Mistral fue designada cónsul particular de libre elección y se trasladó
                  a Génova, Italia.


                  En 1945 cuando la Academia Sueca la distinguió con el Premio Nobel de Literatura.
                  Luego Francia le concedió la Legión de Honor, se le nombró Doctor Honoris Causa de
                  la Universidad de Florencia y fue distinguida con la medalla Enrique José Varona de la
                  Asociación  Bibliográfica  y  Cultural  de  Cuba.  En  1947  recibió  del  Mills  College  de
                  California el Doctorado Honoris Causa. Durante estos años se desempeñó como consul
                  en Los Ángeles, Estados Unidos, México y Nápoles, Italia. En 1954 la Universidad de
                  Columbia  le  otorgó  el  Doctorado  Honoris  Causa  por  su  brillante  trayectoria  y  su
                  contribución a la literatura.

                                                       POEMAS


                   Los Sonetos de la Muerte

                  Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
                  te bajaré a la tierra humilde y soleada.
                  Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
                  y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

                  Te acostaré en la tierra soleada con una
                  dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
                  y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
                  al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

                  Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
                  y en la azulada y leve polvareda de luna,
                  los despojos livianos irán quedando presos.

                  Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
                  ¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
                  bajará a disputarme tu puñado de huesos!
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