Page 672 - ANTOLOGÍA POÉTICA
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La imaginación ya no se aleja con el horizonte,

                  mas no hace sino volver. En el borde del agua


                  devuelve cosas limpias y fregadas que el mar, a modo

                  de basura, ha blanqueado, casto. Escenas dispares.


                  Las casas de los esclavos, azul y rosa, en las Vírgenes

                  bajo los vientos alisios. Mi nombre atrapado en


                  la almendra de la garganta de la abuela.

                  Un patio, un viejo bronceado con bigote


                  como el de un general, un chico dibujando hojas de aceite de castor

                  con mucho detalle, esperando ser otro Alberto Durero.


                  Los he mimado más que a la coherencia

                  mientras la misma marea para los dos, Mamá, se aproxima –


                  las hojas de parra poniendo medallas a una vieja cerca de alambre

                  y, en el patio pecoso de sombras, un anciano como un coronel


                  bajo las verdes balas de cañón de la calabaza.



                  Fama





                  Esto es la fama: domingos,

                  una sensación de vacío

                  como en Balthus,


                  callejuelas empedradas,

                  iluminadas por el sol, resplandecientes,


                  una pared, una torre marrón

                  al final de una calle,
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