Page 30 - Rassinier Paul La mentira de Ulises
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RASSINIER : La mentira de Ulises
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sustraer de la ración común al llegar al bloque, etc. Estamos en el Patio de los Milagros. ( )
Todo este provoca el despertar de los filántropos. No hay Patio de los Milagros sin
filántropos y Francia, rica en este terreno, ha tenido que exportar hacia aquí a quienes no piden
más que dar su patente y, de ser posible, remuneradora abnegación. Un buen día echan una
altiva mirada de conmiseración sobre esta masa de seres harapientos, abandonados a todas las
construcciones del espíritu y víctimas posibles de todo tipo de perversiones. Nuestro nivel
moral les parece en peligro y se apresuran a socorrerle pues en una aventura como ésta el factor
moral es esencial. Así es en la vida: hay gentes que os miran con el rabillo del ojo por vuestro
pan, otras por vuestra libertad y otras por vuestra moral.
Un lionés que se titula director de L'Effort – ¡menuda referencia! -, un coronel si no
recuerdo mal, un alto funcionario de abastecimientos y un pequeño cojo que dice que es
comunista pero al que los habitantes de Toulouse acusan de haberles entregado durante su
interrogatorio a la Gestapo, preparan un programa de turnos de cantos y conferencias sobre
diversos temas Hasta el domingo, oímos un relato sobre la sífilis de los perros; otro sobre la
producción petrolera en el mundo, y el papel del petróleo tras la guerra, un tercero sobre la
organización comparada del trabajo en Rusia y en América. Estos discursos no llegan a
nuestro nivel.
El domingo, un programa continuo desde las tres a las seis, con un director de escena.
Unos diez voluntarios han contribuido cada uno con lo que podía; los sentimientos más
diversos han ascendido del fondo de las almas y las más variadas personalidades se han
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confirmado desde el «Violín roto» al «Soldado alsaciano» pasando por G.D.V., ( ) «Margot
se queda en el pueblo» y «Corazón de lila». Los más atrevidos chistes verdes y también
[54] monólogos de lo más divertido. Estas payasadas desdicen del lugar, del público, de la
situación en la cual nos encontramos, y de las preocupaciones que debiéramos tener:
decididamente, los franceses merecemos la fama de ligereza que el mundo nos ha conferido.
Como final, un joven inteligente, de buena presencia, de unos veinte años, canta con
voz cálida La pequeña iglesia, de Jean Lumière y provoca en todos una nostálgica
unanimidad.
Yo sé de una pequeña iglesia en el fondo de una aldea...
A todos les saltan las lágrimas, los rostroes adquieren de nuevo aspectos humanos,
estos desequilibrados vuelven a ser hombres. Yo comprendo lo que «la lenta flauta de
Bertrandou, el antiguo pastor pífano» fue para los cadetes de Gascuña de Cyrano de Bergerac.
3 Perdono a los filántropos y, desde el campo, dedico a Jean Lumière un eterno
agradecimiento.
* * *
En la segunda semana, cambio de decorado. Hay que cumplir todavía algunas
formalidades. El lunes por la mañana, irrumpen los enfermeras en el bloque con la lanceta en
la mano: las vacunaciones. Todos tenemos que desnudarnos en el dormitorio; se es cogido al
pasar al comedor y pinchado en cadena. La operación se repite tres o cuatro veces con algunos
días de intervalo. Por la tarde, es la politische Abteilung – Sección política del campo – quien
actúa, y nos somete a un estrecho interrogatorio sobre el estado civil, la profesión, las
convicciones políticas y los motivos de la detención y de la deportación. Son tres o cuatro
días difíciles con las vacunaciones y el «servicio de m...»
El servicio de m..., ¡ay, amigos! Todas las defecaciones de los treinta o cuarenta mil
habitantes del campo convergen en un abajadero en forma de cono. Como es preciso que no se
pierda nada, un comando especial vierte todos los días la valiosa cargo en los huertos que
dependen del campo y producen legumbres para los de la S.S. Desde que los convoys
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Cour des Miracles: asilo de los mendigos y maleantes parisinos. (N. del T.)
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Gueules de Vaches: hocicos de vaca, insulto que se suele lanzar a los policías franceses. (N. del T.)
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Durante el sitio de Arras, los jóvenes soldados protestan por la falta de víveres. Uno de ellos toca la flauta y
entonces callan sus compañeros, en los que hace revivir nostálgicamente los recuerdos y las canciones de la
región. (N. del T.)
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