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La ventilación es un proceso cíclico y consta de dos etapas: la inspiración, que es la entrada de aire
a los pulmones, y la espiración, que es la salida. La inspiración es un fenómeno activo,
caracterizado por el aumento del volumen torácico que provoca una presión intrapulmonar negativa
y determina el desplazamiento de aire desde el exterior hacia los pulmones. La contracción de los
músculos inspiratorios principales, diafragma e intercostales externos, es la responsable de este
proceso. Una vez que la presión intrapulmonar iguala a la atmosférica, la inspiración se detiene y
entonces, gracias a la fuerza elástica de la caja torácica, esta se retrae, generando una presión
positiva que supera a la atmosférica y determinando la salida de aire desde los pulmones.
En condiciones normales la espiración es un proceso pasivo, al relajarse el diafragma este sube y
vuelve a su posición inicial. Sin embargo, en la espiración forzada, el músculo recto del abdomen se
contrae, lo que propulsa las vísceras abdominales hacia arriba, este proceso hace disminuir aún más
el volumen intratorácico y aumenta la cantidad de aire que se desplaza al exterior.
Movimientos de entrada de aire a los pulmones (inspiración) y
salida (espiración), en verde el diafragma.
Sensores (entradas)
Los sensores protagonistas en el control de la respiración son los quimiorreceptores, estos
responden a los cambios en la composición química de la sangre u otro líquido. Se han clasificado
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anatómicamente como centrales y periféricos.
Quimiorreceptores centrales. Se encuentran cerca de la superficie ventral del bulbo raquídeo
están rodeados por el líquido extracelular del cerebro y responden a los cambios de H+ en ese
líquido. El nivel de CO 2 en la sangre regula la ventilación principalmente por su efecto sobre el
pH del líquido cefalorraquídeo.
Quimiorreceptores periféricos. Se hallan dentro de los cuerpos carotídeos, en la bifurcación de
las arterias carótidas primitivas, y en los cuerpos aórticos, por encima y por debajo del cayado
aórtico. Responden al descenso de la PO 2 arterial y al aumento de la pCO 2 y de la
concentración de H+. Son los responsables de cualquier aumento de la ventilación en el ser
humano como respuesta de la hipoxemia arterial.
En los pulmones también existen receptores sensoriales que intervienen en el control del calibre de
las vías aéreas, la secreción bronquial, así como en la liberación de mediadores por las células
cebadas u otras células inflamatorias, esta información llega a los centros superiores a través de las
fibras sensoriales del nervio vago.