Page 577 - Auge y caída del antiguo Egipto
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                                                         «Finis»












               DESPLOME DEL CRÉDITO


               Desde los comienzos de la historia egipcia, el sumo sacerdote de Ptah había sido
               uno de los hombres más importantes del reino. Desde la unificación del país,

               Menfis había sido la capital nacional, y Ptah era la principal deidad de la ciudad;

               así pues, el principal oficiante de Ptah ocupaba el grado más alto en el escalafón
               del clero de entre un puñado de sumos sacerdotes responsables de custodiar las

               reverenciadas tradiciones religiosas de Egipto. En teoría, el sumo sacerdote de

               Ptah  —o  el  «mayor  de  los  artesanos»,  por  darle  su  antiguo  y  esotérico  título

               formal— era designado por el rey. Pero, durante toda la historia egipcia, la idea
               de  la  prerrogativa  real  tuvo  el  hábito  de  entrar  en  conflicto  con  el  ideal

               hereditario, aún más profundamente arraigado, por el que los padres transmitían

               sus cargos a sus hijos. Debido a ello, bajo los Ptolomeos, el cargo máximo del

               clero  menfita  lo  había  ostentado  siempre  una  misma  familia,  sucediéndose  de
               padres a hijos de manera ininterrumpida durante más de doscientos sesenta años.

               Generación  tras  generación,  los  sumos  sacerdotes  de  Ptah  combinaron

               hábilmente  el  cargo  hereditario  con  una  lealtad  extrema  al  soberano,  hasta
               convertirse en la familia autóctona más poderosa e influyente del territorio. En la

               gran ciudad meridional de Tebas, antaño la capital religiosa del Imperio egipcio,

               los sumos sacerdotes de Amón habían mostrado un tibio entusiasmo hacia sus
               gobernantes griegos, pero no así los sumos sacerdotes de Ptah, que habían sido

               resueltos  partidarios  de  los  Ptolomeos,  concediéndoles  de  inmediato  el
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