Page 32 - DEYA BLUES MAGAZINE FEBRERO 2022_Neat
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Cien Años y








                                                                                                                                 Aún produce










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                                                                                                                                    estas alturas del siglo XXI, Robert Johnson ya no es sólo un músico genial del que conocemos veintinue-
                                                                                                                                    ve canciones y dos fotografías. Con el paso de los años y desde su descubrimiento en los sesenta, se ha
                                                                                                                               A convertido en una leyenda que roza la categoría de mito y ofrece la oportunidad de aumentar las cuentas
                                                                                                                                        corrientes de algunos, la publicidad de otros que “supuestamente” le conocieron o “han descubierto”
                                                                                                                                                    nuevos y reveladores datos en su biografía, el lanzamiento y marketing de algunos más
                                                                                                                                                        que afirman formar parte de su descendencia y los ingresos turísticos de unos cuan-
                                                                                                                                                          tos centros y localidades que tuvieron –o no- alguna importancia en su corta vida.
                                                                                                                                                           Cerca ya de los actos que celebrarán el centenario de su nacimiento (si es cierto
                                                                                                                                                            que vino al mundo el 8 de Mayo de 1911, que tampoco eso está claro), de Ro-
                                                                                                                                                             bert Johnson seguimos teniendo tan pocos datos fiables como hace cuarenta o
                                                                                                                                                              cincuenta años; pero su leyenda sigue creciendo. Día tras día aparecen nuevos
                                                                                                                                                               artículos y publicaciones que ofrecen nuevos testimonios “de primera mano”,
                                                                                                                                                                 difíciles de comprobar o directamente falsos. Se colocan placas en edificios,
                                                                                                                                                                   se organizan festivales, se reeditan discos, se hacen homenajes, se cita su
                                                                                                                                                                       persona o sus canciones en libros, revistas, comics, películas, bodas,
                                                                                                                                                                            bautizos y comuniones… ¡Lo que se reirá el bueno de Robert
                                                                                                                                                                               en alguna de sus tumba si llega a enterarse de lo mucho que
                                                                                                                                                                                  está dando que hablar!
                                                                                                                                                                                   Lo primero de lo que se reiría es de la cantidad de mú-
                                                                                                                                                                                     sicos que le conocieron, compartieron viajes, tocaron
                                                                                                                                                                                      con él y fueron sus mejores amigos. Sin entrar en de-
                                                                                                                                                                                       talles, baste decir que la mayoría de los bluesmen
                                                                                                                                                                                        con la edad suficiente (y muchos sin ella) para
                                                                                                                                                                                         estar activos en los años treinta afirman haber
                                                                                                                                                                                          tenido algún contacto con RJ. Hasta el mismísi-
                                                                                                                                                                                           mo Muddy Waters afirmó no haberle conocido
                                                                                                                                                                                            para luego desmentirse y afirmar lo contrario.
                                                                                                                                                                                             Si hiciésemos caso a todas las declaraciones,
                                                                                                                                                                                              Johnson hubiese pasado los 27 años de su
                                                                                                                                                                                               vida dedicado a las relaciones públicas. De
                                                                                                                                                                                                tantas declaraciones de amistad y momen-
                                                                                                                                                                                                tos compartidos, si somos rigurosos; sólo
                                                                                                                                                                                                 habría que hacer eco (y sin creernos todo
                                                                                                                                                                                                  lo que dicen) a menos de las que se cuen-
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