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MUJER


                             Un día, cansadas de estar en el cielo, un grupo de estrellas le preguntaron a Dios si las autorizaban a
                         bajar a la tierra para estar cerca de los hombres.

                             Si es su voluntad, contestó El Creador.
                             Y las estrellas bajaron. Cuando lo hicieron, trataron de iluminar las plazas, los paseos, los juegos de
                         los niños, las mentes de los gobernantes y regentes espirituales, las crestas de las olas, desde ahí nomás...
                         Cerquita.
                             Pero un día, cansadas de encontrar como moneda de pago a sus intenciones tanta maldad, envidia,
                         corrupción, egoísmo, descreimiento, desazón y odio decidieron volver al lugar que originariamente les
                         había sido asignado.
                             Al volver a verlas el Señor les preguntó porque habían regresado y cuando estaban relatando lo ocu-
                         rrido cayeron en la cuenta que faltaba una de ellas. Se pusieron impacientes y temerosas
                             Algo malo tal vez le ocurrió, dijeron algunas.

                             Tal vez se perdió, dijeron otras.
                             Muy preocupadas decidieron volver a la tierra a buscarla cuando de repente las interrumpió un ángel
                         que casualmente pasaba por ahí y les explicó:
                             La estrella que se quedó allá en la tierra es la de color verde y se quedó para iluminar el corazón del
                         hombre, del que dicen es un solitario y tal vez no deje de ser verdad, que llegando casi al otoño de su vida,
                         reconociendo su inmensa capacidad de amor, sus ganas de darse y el cariño de sus manos que se quedan
                         día a día sin acariciar, descubrió la primavera en los ojos, en las manos, en el tibio abrazo y la palabra de
                         la mujer que ama.

                             Esa estrella verde, allá en la tierra, tiene nombre, porque a todo los humanos necesitan bautizar. La
                         llaman esperanza y anida en el corazón más tierno, sensible e iluminado que habita ese mundo. Así es...

                              Se llama esperanza y toma la forma física un ser cálido, afectuoso, fresco, tierno y muy bello al que
                         los hombres de su propia raza dieron en llamar: MUJER .















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