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“Después de operarme en Pachuca me mandaron a radioterapia a un hospital en la
Ciudad de México, creo que el General. Casi un mes de eso y más estudios y muchos
días me quedé con mis parientes”.
“En abril de este año, me hicieron otra mastografía. Todavía no me dicen que tengo.
Y tengo que volver en julio. Mi familia, mis hijos y mi sobrino me apoyan, pero cuestan
mucho las medicinas, las comidas, los estudios y poder irme a las citas. Si no me
llevaran en el coche de CIMA, muchas veces me quedaría sin la consulta o sin los
estudios. Me piden muchas vueltas”.
“Al último me recetaron pastillas para tomarme todos los días, pero son muy caras,
casi 2,000 pesos cada mes. El año pasado me las daban en el Hospital de Pachuca y
tenía que ir por ellas, pero este año ya no, yo creo que es por ese virus que anda allí.
Muchas veces ya no quiero atenderme, pero no me quiero morir porque no quiero
dejar solo a mi esposo y a mis hijos. Le echo ganas”.
“Ésta es la comunidad donde vivo para que la conozcan”.
Imagen 2 y 3. Comunidad del testimonio 1
Con estas semblanzas podemos observar dos mujeres de la misma jurisdicción,
misma región, con diferentes determinantes sociales, económicas y culturales,
ambas con una necesidad de apoyo para el traslado y con un mismo fin: la
atención de su cáncer de mama. “Camino a la Vida” con apoyo de Fundación
CIMA y la vinculación con los Servicios de Salud del estado de Hidalgo están
presentes en estas historias de vida y de las ciento de Mujeres atendidas por
este Programa.
EL TRASLADO DE LAS MUJERES HIDALGUENSES AL TRATAMIENTO POR CÁNCER DE MAMA EN 13
LA CIUDAD DE MÉXICO, ANTE LA COVID-19. REFLEXIONES EN EL “CAMINO A LA VIDA”