Page 8 - GÉNERO Y SALUD EN CIFRAS • Mayo - Agosto 2009
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Es así como surgió la noción de ‘masculinidad’; como una  dinámica de la subjetividad de género a través de conocer
          subcategoría de la categoría de género. Sus orígenes estarían  los significados que los hombres construyen con base en
          situados en la segunda mitad de la década de los años 70 y  su experiencia y a partir de contextos históricos y sociales
          principios de los 80.  El movimiento de mujeres en el mundo  específicos. 11
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          entero, no sólo en la academia, generó una serie de pregun-
          tas en torno a qué es ser hombre, de qué manera participan  Con lo hasta ahora expuesto, podemos afirmar que en la
          los hombres en las relaciones de poder y opresión hacia las  comprensión de las diferencias y lugares jerárquicos que de-
          mujeres, cómo están o no cambiando esas concepciones, de-  limitan lo masculino, las masculinidades, o a los hombres, y
          bería cambiar o cómo deberían ser los hombres. Asimismo,  su relación con el otro término, lo femenino, las feminidades
          el movimiento gay y los efectos de la epidemia del VIH/SIDA  y las mujeres, también es fundamental para entender cómo
          movilizaron los cuestionamientos sobre el deber ser masculi-  pueden estar determinando condiciones para vivir y enfren-
          no y su relación en las desigualdades sociales. Posiblemente  tar una enfermedad, y lo que conllevaría su atención y tra-
          no eran preguntas nuevas, pero sí la manera de plantearlas  tamiento para los hombres en condiciones equitativas y de
          en términos del análisis de las relaciones de poder entre hom-  ejercicio ciudadano de derechos con respecto a las mujeres.
          bres y mujeres lo cual creó un interés paralelo y renovado  En las ciencias de la salud es relativamente reciente la incor-
          en explorar cuestiones acerca de los hombres y sus roles so-  poración de la variable “sexo” y el reconocimiento de sus
          ciales, especialmente en países desarrollados como Estados  diferencias biológicas; sin embargo, todavía hay muchos es-
          Unidos e Inglaterra. Como es sabido, estas perspectivas han  pecialistas que las consideran como “irrelevantes” en tanto
          permeado la discusión y los estudios de la masculinidad en  en muchos padecimientos no se observan a primera vista, o
          América Latina. 9                                    incluso, aunque haya problemas de salud pública en donde
                                                               las diferencias por sexo se hacen evidentes cuando se des-
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          Según Amuchástegui  es posible que los esfuerzos por cons-  agregan los datos con base en esta variable.
          truir el concepto de masculinidad han surgido de una reac-
          ción ante la equiparación hecha entre el término género con  Actualmente, existen muchas investigaciones que documen-
          los estudios y trabajo sobre las mujeres. Esta autora pone  tan diferencias biológicas entre hombres y mujeres, en los
          en tela de juicio la pertinencia de continuar en la construc-  diferentes niveles de fisiología como el molecular, celular,
          ción de un concepto equívoco de masculinidad y propone  hormonal e inmunológico, así como en cuanto al funciona-
          desplazar la discusión teórica hacia el concepto de género  miento metabólico y de estructura corporal, que de alguna
          de manera que los hombres o lo masculino sea considerado  u otra manera intervienen en sus condiciones de salud y el
          como  construcción  cultural.  Reconociendo  los  riesgos  de  desarrollo  de  enfermedades  y  sus  posibilidades  de  trata-
          seguir reforzando la construcción del concepto de mascu-  miento y recuperación.
          linidades múltiples, la idea es hacer “... el análisis del género
          como una categoría relacional, dado que su función, cuan-
          do menos en la cultura occidental, es la construcción de
          diferencias –incluyendo jerarquías- entre dos términos (lo
          masculino y lo femenino, las mujeres y los hombres, la mas-
          culinidad y la feminidad”.  Así, la autora propone hablar
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          de la “construcción social de la masculinidad” para designar
          los discursos sociales que tratan de definir al término mas-
          culino del género, como parte de las construcciones histó-
          ricas particulares, y que se presentan a los hombres como
          referencia para los significados de sus propias experiencias
          sin que necesariamente estén reducidos a someterse a sus
          mandatos. Esto nos llevaría a entender la masculinidad como
          un proceso social, de manera que se podría comprender la










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