Page 72 - Vida de San Agustín
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sueño. El estilo de vida en su monasterio tuvo mucha
aceptación entre los habitantes de aquellos lugares.
Sus vidas eran ligeras, simples, llenas de espíritu familiar. El
monasterio de Agustín tenía, en efecto, un toque de familia;
es como si entre ellos estaba papá, mamá y abuelos. La
espontaneidad en lo que vivían y hacían era natural. Optar
por ser comunidad era el modo como asumían el seguimiento
de Jesús.
Entre ellos no había discordias porque no había intereses
personales de por medio. El ideal de uno era el ideal de
todos. No aspiraban a nada más que a vivir juntos y disfrutar
de la vida como amigos, riendo y sufriendo con sus propias
situaciones. Alegrándose de los descubrimientos que cada
uno hacía. Era un proyecto común y el proyecto común era el
proyecto personal; no había diferencia entre persona y
comunidad, de cara al fin último que era la vida eterna; por
supuesto, la vida de los bienaventurados que gozan desde ya
del encuentro con Jesús. Cada individuo era único e
irrepetible, lo que le permitía a la comunidad enriquecerse
con la diversidad de carismas. Él comparaba su monasterio a
una orquesta en la que cada quien tocaba su instrumento,
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