Page 68 - Vida de San Agustín
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dejar  todo  estilo  de  vida  que  no  fuera  acorde  con  lo  que  él

                  quería:  “vivamos  con  decoro,  como  en  pleno  día,  nada  de


                  comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfrenos”. Con

                  esto, le bastó, no continuó leyendo; esas palabras eran para


                  él, que no había podido superar sus deseos carnales.




                  Alipio  continuó  leyendo  y,  también,  se  aplicó  la  lectura:

                  “revístanse  más  bien  del  Señor  Jesucristo  y  no  anden

                  buscando  a  satisfacer  las  malas  inclinaciones  de  la  carne”.


                  Ese día, en aquella casa, hubo más alegría que en todos los

                  años de vivir en ella.




                  Mónica corrió a la catedral a buscar al obispo, aunque lo que


                  quería era tener un espacio para rezar ante Jesús. La noticia

                  era  demasiado  fuerte  para  una  mujer  que  había  esperado


                  tanto para ver a su hijo converso. No se sabe cómo llegaría

                  aquella  mujer  hasta  donde  el  obispo  ni  las  palabras  que  le


                  dijo ni como hizo para controlar tanta emoción.



                  Agustín  encontró  las  palabras  que  transformaron  su


                  pensamiento y sus pasiones de inmediato. Su corazón estaba

                  preparado para este momento. No pasaron más de unos días


                  para darle la noticia al obispo y a sus amigos de que se iba a






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