Page 66 - Vida de San Agustín
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atendidos por Ambrosio y que él desconoció por mucho
tiempo. Suspiraba por esta vida feliz, pero no sabía cómo
decidirse. Pasaban los días y su corazón, cada vez, le pedía
una decisión. Nuevamente la zozobra, la angustia y el deseo
de algo más tocaban la puerta de su corazón.
Por eso, el día que se bautizó quedó grabado en el corazón
de la Iglesia y en el corazón de los ángeles. La Iglesia reventó
en alegría y Mónica, experimentó un gozo como el que
experimentó Marta y María, las hermanas de Lázaro, cuando
Jesús lo resucitó. Ambrosio estaba feliz, conoció las luchas
de aquel hombre y sabía lo grande que era.
Por su parte, Agustín tras ser bautizado entró en una especie
como de sopor, donde sus facultades sensitivas quedaron
suspendidas. Él lee este hecho como una sanación que Dios
estaba efectuando en su corazón. También ese día del
bautismo se terminó un mosaico enorme, que se estaba
llevando a cabo en la Catedral de Milán; hecho, que Mónica
leyó como un signo de la obra de arte que Dios estaba
llevando a cabo con su hijo, desde hacía muchos años.
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