Page 61 - Vida de San Agustín
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CAPÍTULO QUINCE
S
e retiró a una vivienda con amplio jardín. Allí vivía
con su mamá, su hijo y su amigo Alipio, para
entonces su mujer lo había dejado. Ella tenía otros
planes, dejarlo libre e irse a vivir a un monasterio de monjas,
donde pensaba pasar y gastar todo lo que le restaba de vida.
Así se convirtió en un alma más, que Mónica ganó para el
cielo con su testimonio de vida. Ella, la mamá de Adeodato,
en el tiempo que vivió con su suegra conoció el valor y la
belleza de la Iglesia Católica. Así se lo dijo a su amado en la
carta de despedida.
Aunque Mónica no era una monja, por su entrega y pasión es
como si lo hubiera sido. Esta mujer supo vivir su vida de laica
con verdadero entusiasmo por las cosas celestiales. Nadie
que entrara en contacto con ella, se libraba de pensar,
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