Page 59 - Vida de San Agustín
P. 59

tensión  y  debilitado  por  su  lucha,  tiraban  del  ruedo  de  sus

                  vestidos y le decían: “¿podrás vivir sin nosotros? Sin nosotros


                  no llegarás muy lejos.”.




                  Constantemente  llegaba  donde  el  obispo  Ambrosio  que  era

                  como  su  padre.  Algunas  veces  lograba  conversar  con  él,


                  otras se regresaba al verlo tan ocupado. Ambrosio le enseñó

                  cómo leer la biblia a la luz del Espíritu Santo, para encontrar

                  en  ella  el  alimento  eficaz  contra  el  desasosiego  y  la


                  desesperanza.  Se  le  veía  más  radiante  y  lleno  de  vida.

                  Estaba recuperando el candor de su juventud. La gente se le


                  acercaba, atraída por su fama y por su cándida personalidad.

                  Además  de  ser  un  hombre  “guapo”  físicamente,  era  muy


                  amable.




                  Todos  los  días  habiendo  renunciado  a  gran  parte  de  su

                  trabajo,  pasaba  largos  ratos  meditando  con  la  Sagrada


                  Escritura  y  reflexionando  con  los  libros  que  le  regaló  el

                  Obispo de Milán. Hasta que un día despertó turbado porque

                  no soportaba el deseo de acoger a Jesucristo totalmente. Él


                  no era de las personas que acogen la verdad a medias, por

                  eso  cuando  encontraba  un  indicio  de  ella  no  descansaba


                  hasta  llegar  a  fondo.  Le  angustiaba  su  postura  de  cara  a






                                                             59
   54   55   56   57   58   59   60   61   62   63   64