Page 13 - Cuentos del derecho… y del revés. Historias sobre los derechos de los niños
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duras jornadas de trabajo.
Una verdadera lástima.
“Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes una señal de algo o si ves una
luz en alguna parte”, le pidió su padre una madrugada en la que iban rumbo a la
fuente de agua potable. Sin embargo, Ignacio nada contestó. Su padre repitió la
petición dos o tres veces más pero el resultado fue el mismo: un absoluto
silencio.
Asustado, el padre subió la pequeña cuesta para encontrar a su hijo convertido en
una gigantesca botella de refresco de cola.
“Yo sabía que tanto refresco no era sano”, dijo el hombre para sí mismo y
profundamente apenado retomó, junto con su hijo-refresco, el camino de regreso
a casa. Si esto fuera una radionovela y no el primer acto de una obra de teatro
costumbrista, ahora escucharíamos el ladrar lejano de unos perros y el arrullo de
un riachuelo.
Al principio, como ocurrió con Hamburguesa y Papas, todo fue tristeza. Sin
embargo con el paso del tiempo la gente se fue acostumbrando a la presencia de
la botella gigante. Un día, alegando que el envase le pertenecía, el repartidor de
la marca de refresco en que se había convertido el niño se lo llevó del pueblo.
Al llegar a la ciudad lo vendió, a cambio de un buen dinero, a la cadena de
comida chatarra en la que ya trabajaban el par de víctimas de una mala
alimentación que con anterioridad habían sufrido la metamorfosis.
Y por fin, de esta manera, el gran combo se había completado: Hamburguesa,
Papas y Refresco.
EL PAQUETE TRIPLE
Para pasar la noche, encerraban a los tres niños-comida en una gigantesca bolsa