Page 14 - Cuentos del derecho… y del revés. Historias sobre los derechos de los niños
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de papel café, idéntica a la que sirve para guardar los combos de las cadenas de

               hamburguesas. Era el único momento del día en que disfrutaban cierta
               tranquilidad.

               Hamburguesa les hablaba de su pasado de niña lectora. Les contaba algunas de

               las historias que aún recordaba (cada vez con menos viveza, como si el recuerdo
               fuera una salsa cátsup rebajada en agua). La favorita de Papas era la de una niña
               que se llamaba Lyra, o ¿Mayra?, y tenía un amigo oso polar, o ¿era oso
               hormiguero? La historia que más le gustaba a Refresco era la de un niño
               aprendiz de ¿plomero?, ¿mago?, ¿tenista? Hamburguesa no podía recordar muy
               bien a qué se dedicaba aquel niño inglés, ¿o acaso era brasileño? Y entonces la
               historia poco a poco iba perdiendo su encanto (al igual que los recuerdos de
               Hamburguesa).


               Papas, por su parte, fantaseaba queriendo creer que de alguna forma los tres se
               habían metido dentro de un videojuego y que ahora eran accionados por un niño
               que, desde la comodidad de su cuarto, regía sus vidas. Al principio imaginaba
               que el objetivo del juego era liberarse de aquel hechizo y así poder regresar a sus
               antiguas existencias de niños normales. Por desgracia el juego imaginario de
               Papas se tornaba cada vez más aburrido y sin gracia.


               Refresco, a pesar de vivir empacado junto a sus nuevos amigos, se sentía solo.
               Abandonado. Añoraba el contacto con su familia y con la naturaleza. Extrañaba
               el río y el sol. Por las mañanas miraba el cielo para tratar de adivinar el clima
               que reinaría durante el día, pero cada vez era menos capaz de interpretar qué
               querían decirle la forma de las nubes o el color del cielo.


               El espíritu de los tres pequeños estaba cayendo en la trampa de la grasa, el
               azúcar y los conservadores artificiales.






               Por fortuna esta es una película-poema épico-primer acto de una novela
               costumbrista y además tiene un final feliz: una pequeña se dio cuenta de que
               aquellas no eran unas botargas y sabiendo que nadie puede obligar a un niño a
               hacer trabajos que afecten su salud, desarrollo y educación avisó a las
               autoridades.


               A Hamburguesa, Papas y Refresco los internaron en un hospital donde recibieron
               una dieta que les hizo recobrar su antigua identidad. Pasado un tiempo
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