Page 98 - En estado de GOL

—Que conste que yo no comencé, y que no se me ocurrió hacerte daño. Sólo

para que no anden de payasos, me voy a defender —contesté.

Y que se lanza Julio contra mí. Lo paré con un pie y lo aventé. El susto que se
puso con mi grito de exhalación, ése que hacemos los karatecas para distraer o

asustar al contrario. Entonces me puse en guardia y palideció, pero se me dejó ir
otra vez y lo tiré al suelo con una llave sencilla. Ni cuenta se dio de por dónde lo
agarré.

Se levantó y volvió a aventarse, así que lo recibí con un codazo y se detuvo.

—Estás grueso, Morales. Ahí muere la bronca. Te queríamos dar la bienvenida,
así se usa —me dio la mano, pero su mirada no era sincera.

Le di la mano y todos aplaudieron.

Cuando entró el profesor, vio que todas las bancas estaban fuera de su lugar y se
enojó:

—Espero que no hayan agredido a su nuevo compañero porque los repruebo a
todos.

Y uno que se llama Manuel dijo:

—Si nos salió cinta negra, maestro —y todos se carcajearon.

Yo me quedé callado para que no fueran a saber que sólo soy cinta verde.

Movimos todas las bancas, como si no hubiera pasado nada. Pero a mí se me
quedó grabado ese momento porque de la nada sentí la agresividad de todo el
grupo. Querían divertirse con mi sufrimiento, se siente feo. Ahora pienso qué
hubiera pasado si yo no fuera karateca. Pues me hubieran partido toda la cara,
¿no crees?

Cuando le conté a mi papá, me dijo que había hecho muy bien en no pegarle a
Julio Jiménez, que así mi fuerza era mayor ante mis demás compañeros, porque
de veras que le pude haber dado su buena paliza.

Ahora, como que se me ha olvidado un poco, pero no te creas que me gustó el
asunto.