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 Hoy en día, como en la mayoría de los deportes, los golfistas de élite son atletas. Se entrenan para mover el cuerpo del modo que mejor les capacita para pegar a la bola de forma consistente y eficaz. Dedican mucho tiempo a la preparación física trabajando la fuerza, la resistencia y la flexibilidad. Tienen psicólogos y nutricionistas, y los fabricantes de material de golf se encargan de proporcionarles el mejor equipamiento para sacar partido a su excelente preparación física y mental. Aunque se ha investigado y trabajado mucho sobre la manera más eficaz de mover el cuerpo durante el swing, se ha hecho poco o nada que capacite a los instructores para adaptar eficazmente su enseñanza a las limitaciones de sus alumnos.
Es cierto que se les aconseja preguntar al jugador si tiene alguna limitación física, pero en la práctica son muy pocos los instructores capaces de integrar esas limitaciones en su enseñanza del swing. En los últimos años, muchos instructores de golf han seguido cursos y programas como los del TPI para ampliar conocimientos como entrenadores con el objetivo de mejorar el rendimiento físico de sus alumnos, prevenir lesiones y ayudarles a desarrollar movimientos repetitivos. Pero no olvidemos que el golf es la forma habitual de hacer ejercicio para mucha gente, y es poco probable que quieran añadirle además otro programa de ejercicios. Cuando estos jugadores tengan una lesión relativamente leve, como un desgarro muscular o una distensión de ligamentos, puede que paren de jugar o lo hagan tan mal que ya no les divierta, y si su profesor es incapaz de ayudarles, puede que dejen el golf para siempre. Aunque el número de personas con discapacidad (unos mil millones) es una cifra relativamente fiable, el número de personas con alguna limitación no es tan fácil de precisar. Un cálculo razonable sería multiplicar mil millones por cinco para incluir a los que llevan algún tipo de prótesis articular o sufren de dolor y rigidez en las articulaciones o de debilidad muscular. Estas dolencias pueden ser de origen genético o consecuencia de lesiones, enfermedades, o simplemente de la edad. Con la instrucción adecuada, algunas de esas personas empezarían a jugar al golf, otros no dejarían el golf, y sería más fácil para todos acceder a los extraordinarios beneficios físicos mentales y sociales de este deporte.
 
































































































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