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limitaciones el material necesario para practicar este deporte. Desde el punto de vista financiero, el golf está perdiendo una importante fuente de ingresos que podría ascender a miles de millones de dólares anuales.
Sobre estos mismos supuestos vemos que en Nueva Zelanda, con una población de 500.000 jugadores de golf (datos de Golf New Zealand), hay (1,1 millones de personas discapacitadas (beehive.govt.nz). Eso podría equivaler a 55.000 golfistas potenciales de esa población. Y si suponemos que el doble de esa cifra tiene algún tipo de limitación que no alcanza el nivel de discapacidad, podríamos estar hablando de 165.000 golfistas más. Un aumento de más del 30%.
En resumen, hay buenas razones tanto éticas como financieras para que el sector del golf atienda y los instructores sepan enseñar a las personas con discapacidad. Este tipo de enseñanza no solo ayuda a golfistas discapacitados, sino que puede beneficiar a muchos otros con limitaciones que podrían jugar mejor a pesar de sus limitaciones.
Algunos jugadores se desesperan pronto, otros lo dejan por los dolores y otros ni siquiera consiguen empezar. Un instructor especializado puede hacer que muchas personas con limitaciones disfruten más del golf.