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Fundamentos Sociológicos del Deporte
II. Papel de los educadores, entrenadores y técnicos deportivos
A medida que el niño crece, la influencia de la familia en las actividades deportivas (socialización primaria) se comparte con otros adultos significativos como profesores y entrenadores. La tarea de estos entrenadores debería ser diseñar un ambiente deportivo en el que el aprendizaje, la mejora de la ejecución y el desarrollo del deportista, y no los resultados, sea lo más importante. En ocasiones olvidamos, que evaluar la mejora y el esfuerzo personal de un deportista es mejor herramienta de motivación, que la comparación con otros compañeros o con resultados deportivos.
Siguiendo esta línea de pensamiento, Martens (1993) indica que los agentes socializadores (familia y entrenadores) deben aprender a desarrollar en el deportista visiones realistas y positivas de sí mismo, minimizando la importancia de ganar como medida de autoevaluación y enfatizando el mérito de lograr objetivos personales realistas.
Cruz (1997) elaboró un decálogo de directrices conductuales para que los entrenadores mejoren el desarrollo de destrezas deportivas, la autoconfianza y la diversión de sus deportistas, generando así un contexto positivo para lo socialización en valores democráticos:
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1. Céntrate en la enseñanza y en la práctica de destrezas deportivas. Cualquier enfoque positivo del entrenamiento resultaría poco útil, si los deportistas no mejoran su condición física o su técnica. Por lo tanto, en los entrenamientos o actividades proporciona una amplia variedad de experiencias, asegúrate de que sean divertidas y que participen todos los jugadores. No introduzcas las competiciones o las marcas demasiado pronto.
2. Cambia frecuentemente las actividades. Realiza progresiones secuenciales para que los deportistas obtengan éxito en la realización de sus tareas. Adapta la actividad al deportista y no al revés, pues es la mejor manera de asegurar el aprendizaje.
3. Establece expectativas realistas para cada deportista en función de su edad, necesidades individuales y su repertorio previo. Procura traducir dichas expectativas en objetivos individuales concretos y alcanzables para cada persona.
4. Conviértete en un excelente ejecutor de demostraciones y da instrucciones cortas y simples.
Repite las demostraciones desde múltiples ángulos. Adapta el lenguaje al nivel del deportista.
5. “Caza” a los deportistas haciendo cosas correctamente y recompensa no sólo los resultados, sino también la ejecución correcta. Recompensa los logros de los deportistas, independientemente del resultado. Felicita y anima frecuentemente. Recuerda que las recompensas deben darse de una manera sincera y con convencimiento.
6. Recompensa el esfuerzo además del resultado. Sé positivo cuando las cosas van mal, si los deportistas se esfuerzan al máximo.
7. Utiliza un enfoque positivo para corregir los errores. Cuando un deportista comete un error, primero recuérdale algo que ha hecho bien. En segundo lugar, dale la información para corregir el error y termina con una consideración de ánimo para que vuelva a intentarlo sin miedo. Los errores forman parte del proceso de aprendizaje, por lo tanto crea un entorno que reduzca el miedo a intentar objetivos más desafiantes.
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