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Actitudes y valores propios del deporte de alto rendimiento.
El deporte es un espectáculo público y es, sin duda, una de las manifestaciones de la cultura que mayor arraigo tiene en la población; en este sentido es una de las actividades de masas más importantes de la actualidad, de las que mayor cantidad de personas reúne en una instalación y es la preferida por una gran parte de la población independientemente del país donde vive, su nivel escolar o su religión. Esto es así porque la calidad estética de las actividades deportivas ha ido en aumento lo que le ha permitido adueñarse del protagonismo en los medios de comunicación masiva gracias, entre otras cosas, a la espectacularidad de las marcas mundiales, a la belleza de los movimientos que se ejecutan durante el desarrollo de la función deportiva y a la funcionalidad de las instalaciones modernas.
La formación de valores de los deportistas es un reto que todos debemos afrontar, iniciando por el atleta y su entrenador y continuando con la familia, la escuela y la sociedad en sentido general. Hay que tener en cuenta que, hoy en día, el proceso de formación de los atletas adquiere otras dimensiones por cuanto el proceso de la globalización con su consecuencia de internacionalización deportiva, unido a las crisis económicas, está influyendo sobre las vidas de los atletas, particularmente sobre los que pertenecen a países subdesarrollados. A esta globalización inevitable se unen las transformaciones que se producen por los avances de la ciencia y la técnica así como los cambios en las relaciones económicas globales que dan lugar a modificaciones significativas en el sistema de valores sociales e individuales.
El entrenador debe estimular a los atletas a hacer sus propias valoraciones sobre los diferentes aspectos de la vida diaria y sobre la realidad que los rodea y debe, sobre todo, respetar sus criterios. Debe lograr un clima adecuado dentro de su equipo y tratar a todos por igual, sin preferencias y dándole participación a los atletas en los temas que tengan que ver con el desempeño del equipo. El entrenador debe ser un ejemplo ante sus alumnos, dentro y fuera del terreno, debe ser una fuente inagotable de valores y su conducta social debe ser la mejor; así mismo debe respetar a todos los atletas, árbitros y directivos y debe lograr que la ética deportiva esté presente en sus entrenamientos y, sobre todo, en su comportamiento en las competencias, ejerciendo, en todo momento, una influencia significativa sobre la conducta de los atletas.