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Heinemann (1998) considera que el deportista de élite es muy frágil porque su ciclo vital deportivo es muy corto. Cuando llega al punto más alto de su carrera y alcanza sus mayores éxitos es el centro de atención y encuentra todo tipo de facilidades pero al bajar su rendimiento deja de ser protagonista y debe enfrentarse a una nueva etapa, la del abandono profesional. En esta fase final, el deportista debe elaborar una nueva identidad, establecer nuevas relaciones para incorporarse a otros ámbitos sociales y buscar una nueva función social. Además se encuentra con otra paradoja y es que cuanto más tiempo dedica al entrenamiento y a la competición, menos tiempo le queda para prepararse profesionalmente para el futuro, con el fin de rentabilizar los esfuerzos de su carrera deportiva. Con frecuencia, son los deportistas que han alcanzado mayores éxitos los que se encuentran con más dificultades para afrontar un futuro profesional.
Puig y Vilanova (2006) revisando los estudios realizados en otros países concluyen que no existen desventajas significativas entre los deportistas y el resto de la población en la vida profesional. En algunos casos incluso se habla de un mejor punto de partida en la posición social.
El mismo Heinemann (1998) considera que los deportistas disponen al finalizar su carrera de un capital social relevante, basado en tres aspectos concretos:
La popularidad: son más o menos conocidos, dependiendo de su relevancia deportiva pero son admirados en sus entornos deportivos y eso puede abrirles puertas.
Los contactos: la popularidad les permite conocer a personas relacionadas con los negocios y la política y pueden recurrir a ellas para obtener información relevante o ventajas.
El dominio de la técnica y de la táctica deportiva así como del entorno deportivo en el cual se han socializado.
Este capital deportivo acumulado representa oportunidades pero no garantiza una inserción posterior con éxito. Según Heinemann se requiere también otras habilidades complementarias, sobre todo de tipo personal y de formación académica.
Puig y Vilanova (2006) citan diversos trabajos europeos de investigación en este campo. Entre ellos, el de Conzelmann y Nagel (2003), que realizaron un estudio con deportistas olímpicos alemanes que mostraba que tenían un nivel de estudios más elevado y obtenían mejores puestos de trabajo que la media de la población alemana. También el de Hackfort, Emrich y Papathanassiou (1997) en el que mostraban que la carrera deportiva de alto nivel puede ir acompañada de dificultades en la escolarización y en la formación, lo que limita las opciones para elegir estudios. Pero no todo eran