Page 33 - Con un cafecito
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voló  por  el  aire  y  el  hierro  perma-



             neció como antes.



                 -  ¿Puedo  probar?  -dijo  la  llama,



             pequeña y calladla.



                Todos despreciaron la llama, pero


             ella  se  enroscó  suavemente  alrede-



             dor  del  hierro  y  lo  abrazó  y  no  lo



             soltó  hasta  que  se  había  derretido



             bajo su influencia irresistible.
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