Page 23 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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TRAYECTORIA  HISTORICA  DE  GRECIA              B
      espartanos,  les  enseñó  los  caminos  por  los  que  podían  triunfar  sobre  Atenas  y
      ganó  para  su  causa  a  los  sátrapas  del  Asia  Menor  y  el  oro  del  gran  rey,  aunque
      faltando para ello a lo convenido por Esparta y bajo la condición de que los persas
      lecobrarían lo  que  en  otro  tiempo  habían  llegado  a  dominar.
          La guerra siguió su curso, con terribles vicisitudes.  La  flota  de Sicilia,  pagada
      con  el  dinero  de  los  persas,  vino  a  unirse  a  las  de  Esparta  y  Corinto,  los  aliados
      de  Atenas  que  desertaron  de  ella.  Es  inolvidable  el  modo  cómo  luchó  en  esta
      guerra  el  pueblo  ateniense,  intentando  salvar  con  nuevas  y  redobladas  energías
      el  edificio  de  su  estado,  en  trance  ya  de  desmonorarse:  cómo  prosiguió  indoma­
      blemente  la  lucha  hasta  el  último  soldado  y  la  última  corona  de  oro  de  su  era­
      rio.  Después  de la  última  victoria  conseguida  por  sus  armas,  la  de  las  Arginusas,
      Atenas  sucumbió  a  las  luchas  de  las  facciones  en  el  interior,  a  la  traición  de  sus
      generales y al  azote  del hambre;  el  espartano  Lisandro  derruyó  las  largas  murallas
      y entregó la  ciudad  de  Atenas  al  gobierno  de los  Treinta.
          No  fué solamente  el  poder de Atenas  el  que  salió  despedazado.  En  el  curso
      de  esta  larga  y  espantosa  guerra  habíase  transformado  la  esencia  del  demos  ate­
      niense.  Los  elementos  permanentes  que  se  combinaban  para  formar  su  mezcla,
      tan  feliz  en  otro  tiempo,  habían  desaparecido;  con  el  desencadenamiento  de
      todas  las  pasiones  democráticas,  logró  imponerse  de  un  modo  arrollador  aquella
      fuerza  desintegradora  de  los  elementos  ilustrados  alentados  por  los  oligarcas,  que
      ahora,  bajo  la  constitución  de  los  Treinta,  emprendieron  ya  sin  ninguna  traba
      la  obra  de  esclavizar  al  pueblo  agotado  y  entre  los  cuales  figuraban  los  restos
      degenerados  de  las  antiguas  grandes  familias,  cercenadas  por  la  guerra.  Pero
      aún  fué  más  concienzuda  la  labor  de  liquidación  de  la  antigua  clase  campesina
      de los hoplitas, a la que los asedios del enemigo en territorio ático obligaron a emi­
      grar a  la  ciudad  año  tras  año  durante  una  larga  época,  para  verse  hundida  en  la
      miseria,  privada  de  posibilidades  de  trabajo  y,  arrastrada  por  el  torbellino  de
      la vida  urbana,  convertirse  en  plebe.  Es  cierto  que,  a  la  vuelta  del  tiempo,  estas
      gentes  fugitivas  del  campo  impusieron  su  retorno  a  él,  arrojaron  del  poder  a
      los  Treinta  y  restauraron  la  democracia, 'pero  lo  único  que  con  ella  restaura­
      ron  fué  el  nombre  de  Atenas,  el  nombre  de  la  constitución  solónica;  todo
      se hallaba  empobrecido,  sumido  en la  miseria,  carente  de  vigor y  de  brío;  se  veló
      con  redoblado  recelo  por  poner  trabas  a  la  autoridad  de  las  funciones  públicas,
      procurando  coartar  en lo posible y  de  antemano la  influencia  de  las  grandes  per­
      sonalidades  y  encontrando  nuevas  formas  que  cerrasen  el  paso  a  cualesquiera
      posibles  restricciones  impuestas  a  las  libertades  democráticas,  con  todo  lo  cual
      no se logró otra cosa que plasmar esta forma del estado, la más dudosa de todas, en
      la fase más dudosa de sus vacilaciones:  la de la  desilusión que sigue al entusiasmo.
          Treinta  años  antes,  con la  fama  de la  liberación,  Esparta  había  concentrado
      contra Atenas  todo  el odio,  todo  el  miedo  y  todo  el  descontento  y  aglutinado  en
      tomo  suyo  todo  el  particularismo.  Ahora,  por  fin,  triunfaba  en  toda  la  línea:
      Esparta  era  el  ideal  de  las  oligarquías  señoriales,  restauradas  en  todas  partes,  y
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