Page 26 - Mi bebé y yo 334 Julio-Agosto
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#conocesusbeneficios
PARA LOS HUESOS (Y LOS PRIMEROS DIENTES)
Sin el sol, no tendríamos reservas de vitamina D, que proviene, en un 90%, de la síntesis producida por la piel expuesta a los rayos ultravioleta.
• La vitamina D es magnífica para los huesos, pues facilita la absorción del calcio, favorece el cierre de las fontanelas y contribuye a una buena dentición.
• La leche materna contiene poca cantidad, razón por la que, en ocasiones,
se prescribe a los recién nacidos un suplemento oral de vitamina D, con el fin
de prevenir el raquitismo, así como para obtener una densidad ósea adecuada.
• El tratamiento preventivo de vitamina D, en la dosis indicada por el pediatra, se recomienda durante todo el primer año del niño, si procede. A partir del año, en verano, se recomienda que todos los niños se expongan al sol una media hora, al menos dos veces a la semana, con los brazos y las piernas descubiertos. • No obstante, hay que evitar que el pequeño se queme en caso de exposiciones más prolongadas y frecuentes con una adecuada protección solar, aunque se encuentre en el balcón o la terraza de casa.
PARA EL SISTEMA INMUNITARIO
• Los estudios indican que más del 50% de los niños sufren un déficit
de vitamina D, una gran aliada del sistema inmunitario. En realidad, es un problema que afecta a la mayoría de la población, adultos y ancianos incluidos. Tanto es así que, en países como Italia, la Universidad de Turín ha evidenciado una posible relación de esta carencia con la epidemia del coronavirus.
• Numerosas pruebas científicas han demostrado un papel activo de la vitamina D en la modulación del sistema inmunitario, un efecto en la reducción del riesgo de sufrir infecciones respiratorias de origen vírico, incluida la provocada por el coronavirus, así como la capacidad de combatir el daño pulmonar por hiperinflación.
• La compensación de esta carencia vitamínica común se puede alcanzar, principalmente, exponiéndose a la luz solar, incluso en nuestros balcones y terrazas, comiendo alimentos ricos en vitamina D y, siempre bajo control médico, tomando preparados farmacéuticos específicos.
PARA DORMIR BIEN
• Luz y oscuridad, sueño y vigilia: un ritmo biológico ancestral, que también debe preservarse durante los largos días transcurridos en casa. Nuestro reloj interno se mantiene sincronizado con el ciclo del día y de la noche mediante estímulos naturales, como la luz solar.
• De la exposición a la luz también depende la producción de melatonina por parte de la epífisis, la glándula pineal situada en la base del cerebro. Después de muchas horas de luz, al disminuir, la glándula empieza a producir esta “hormona del sueño”, que nos hace tener ganas de dormir.
• Si el niño ha pasado todo el día encerrado, en ambientes poco iluminados, podría tener problemas para conciliar el sueño. Por el contrario, una cantidad adecuada de luz natural, aunque no salga de casa, contribuye a favorecer el sueño del bebé.
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