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3. C. En las últimas
semanas de embarazo
Las contracciones de Braxton-Hicks,
que deben su nombre al médico que las identificó por primera vez en 1872, también se conocen como “falsa dilatación”. Se trata de contracciones suaves, están localizadas en el bajo vientre, duran unos 30 segundos y son irregulares. Son típicas de las últimas semanas de embarazo (aunque, en función de la constitución física, se pueden notar incluso desde los seis meses), pero no resultan peligrosas. Por el contrario, son muy útiles porque, si bien no provocan la dilatación, sí empiezan a preparar el cuello del útero de cara al parto.
4. A. Son irregulares
y, después, se vuelven regulares
Al principio, se advierten contracciones esporádicas y de corta duración (menos
de 60 segundos). Tienen una frecuencia irregular y están acompañadas de dolores similares a los de la menstruación. Después, aparecen las contracciones características de la dilatación propiamente dicha, que se presentan con una frecuencia regular: se producen, al menos, cada cinco minutos, con una duración de cerca de un minuto. Durante el proceso, el intervalo entre una contracción y otra se acorta. Gracias a estas contracciones, mucho más dolorosas que las anteriores, empieza lo que se conoce como fase de dilatación del cuello del útero.
5. B. Sobre todo, se notan
durante la lactancia
Justo después del nacimiento del niño,
el tamaño del útero empieza a reducirse progresivamente, hasta recuperar la normalidad al cabo de unos 30-40 días después del parto. En los primeros días del puerperio, las contracciones, llamadas “entuertos”, pueden ser incluso dolorosas, parecidas a los calambres abdominales propios de los dolores menstruales, y se notan, sobre todo, durante la lactancia. Cuando el niño succiona el pecho,
el organismo materno segrega mucha oxitocina, una hormona que, entre otras funciones, estimula, precisamente, las contracciones uterinas (antes y después del parto).
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