Page 28 - Mi bebe yo 341 - Junio 2021
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LA INFLUENCIA DE LA LACTANCIA MATERNA
• No existe otro elixir igual que la leche materna. Además de proteínas
y grasas imprescindibles para el bebé, la leche materna contiene microbios bene ciosos y prebióticos para alimentar a estos microbios,
lo que conocemos como los oligosacáridos de la leche humana. La leche materna constituye, por tanto, un simbiótico (probióticos + prebióticos),
que seguirá madurando la inmunidad del bebé.
La gran pregunta es: ¿de dónde vienen esos microbios? Desde los años 70, se sugirió una hipótesis de que los microorganismos provenían de
una contaminación de la piel de la mamá con la saliva
del bebé. Hoy en día, sabemos que esta idea no
es falsa, pero se le añaden otros focos
de origen; uno de ellos es el que
conocemos como “trá co bacteriano”.
Parece ser que, desde el último
trimestre de embarazo y durante toda
la lactancia, existe un transporte de
bacterias desde el intestino de la
mamá hacia la glándula mamaria,
vía sistema linfático. Así pues, coge
una vital importancia la salud intestinal
de la mamá durante este período
para la buena programación inicial de
la microbiota del bebé.
ALIMENTACIÓN COMPLEMENTARIA, UNA ETAPA IMPORTANTE
• La alimentación complementaria constituye uno de los momentos más importantes para el aumento de la diversidad microbiana. De hecho, sabemos que a mayor diversidad de microorganismos más riqueza inmunitaria tenemos. Una de las grandes preguntas es: ¿cuándo empezar a dar alimentación complementaria al bebé? La respuesta es muy sencilla: cuando el bebé esté preparado. Y eso no siempre ocurre al mismo tiempo en todos los
bebés. Aproximadamente, esto sucede a los seis meses, pero habrá bebés que iniciarán la alimentación complementaria antes y otros, más tarde. Lo importante es respetar a cada bebé. Hay varias señales que indican que el bebé está preparado para comer alimentos distintos
a la leche, como que tenga un buen control del cuello y del tronco, que haya desaparecido
el re ejo de extrusión y, muy importante, que presente interés por la comida.
• Si estudiamos la siología, podremos comprender cómo la mayor parte de la inmunidad reside en el aparato digestivo y la gran metrópolis microbiana, también. Por tanto, parece tener bastante sentido que lo que ofrezcamos al bebé sean alimentos con bajo potencial in amatorio y con un mayor impacto positivo en la microbiota intestinal. Entonces, es coherente introducir las verduras, los tubérculos y las frutas (de temporada) como primeros alimentos, y obviar el conjunto de alimentos con mayor impacto in amatorio, como son cereales, lácteos que no sean la leche materna, legumbres y frutos secos. Por supuesto,
no se aconseja ofrecer al bebé ninguno de los procesados que la industria quiere camu ar como “súper alimentos para súper bebés”. Eso sí, se recomienda introducir un alimento durante tres días seguidos para que haya un buen proceso de tolerancia inmunitaria.
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